Dos cohetes de sondeo de la NASA se lanzan desde Australia este mes, con experimentos diseñados para medir si la luz ultravioleta proveniente de las estrellas del sistema Alpha Centauri, ubicado a solo 4,3 años luz de distancia de la Tierra, podría ser dañina para cualquier vida potencial en los planetas que las orbitan. La investigación también nos enseñará qué tan normal, o no, es nuestro Sol.

La NASA pone en marcha su misión destinada a analizar si el sistema estelar Alpha Centauri podría albergar alguna forma de vida. Este 6 de julio, la sonda SISTINE se lanzó con éxito desde el Centro Espacial Arnhem, en Australia. El 12 de julio le tocará el turno a la sonda DEUCE: las dos sondas recorrerán una ruta suborbital en el cohete de sondeo Black Brant IX de dos etapas de la agencia espacial estadounidense. Las sondas exploratorias están equipadas con instrumentos destinados a medir la luz ultravioleta que emiten las estrellas del sistema. 

Alpha Centauri, ubicado a solo 4,3 años luz de distancia de la Tierra, comprende dos estrellas principales: Alpha Centauri A y Alpha Centauri B, que forman un sistema binario, y una tercera estrella denominada Proxima Centauri. Según un artículo publicado en Space.com, aunque aún no se ha identificado ningún planeta que orbite Alfa Centauri A o B, los científicos saben que si existe alguno la luz ultravioleta de sus estrellas puede tener una fuerte influencia sobre su posibilidad de albergar vida. 

La cantidad precisa de luz ultravioleta puede romper moléculas orgánicas simples, como por ejemplo el metano, generando que los fragmentos moleculares se conviertan en moléculas más complejas, necesarias para el surgimiento de la vida. En sentido contrario, cuando la luz ultravioleta supera determinados parámetros, puede disociar el vapor de agua y provocar que sea arrancado de la atmósfera de un planeta por acción del viento solar. Esta condición dejaría seco y estéril a ese planeta, como sucede actualmente con Marte.

La luz ultravioleta, la vida y nuestro Sol

De acuerdo a una nota de prensa de la NASA, la investigación en torno a Alpha Centauri también esconde un objetivo aún más ambicioso: los lanzamientos permitirán explorar cómo la luz de una estrella puede influir en la habitabilidad de un planeta. Observar estrellas en ultravioleta es muy complejo, porque la capa de ozono en la atmósfera de la Tierra bloquea estas emisiones y obliga a los científicos a enviar telescopios al espacio. 

Además, el medio interestelar compuesto por gas y polvo que se posiciona entre las estrellas también absorbe la luz ultravioleta, dificultando aún más la observación de las estrellas en esa longitud de onda, que es invisible para el ojo humano. De esta manera, solamente se han podido registrar observaciones completas en luz ultravioleta de una sola estrella: nuestro Sol. 

A partir de esto, los científicos se preguntan si las emisiones ultravioleta del Sol poseen algún tipo de característica especial o si, por el contrario, son idénticas a las que puede producir cualquier otra estrella. Los astrónomos no tienen aún la respuesta, y por eso necesitan lecturas ultravioleta de otras estrellas para averiguarlo. 

Un buen punto de comparación

Alpha Centauri A y B son buenos objetivos para el estudio, principalmente por dos razones. En principio por su cercanía, una condición que permite que la luz ultravioleta no sea atenuada por el medio interestelar. Y, en segundo término, porque tienen masas y temperaturas similares al Sol, haciendo posible una comparación precisa y atinada. 

En consecuencia, los especialistas concluyeron que además de evaluar la posibilidad de hallar vida en un futuro en este sistema estelar, Alpha Centauri nos ayudará a verificar si otras estrellas como el Sol tienen el mismo entorno de radiación, o si en realidad existe una variedad de entornos. Vale aclarar que las misiones deben lanzarse desde el hemisferio sur porque el sistema Alpha Centauri no es visible por encima de una latitud de 29 grados norte.