Una gigantesca erupción solar acaba de emerger del otro lado del Sol: el 5 de septiembre, una enorme eyección de masa coronal (CME) que explotó en el costado opuesto a la Tierra del Sol, envió una tormenta de radiación a través del Sistema Solar. No afectará a nuestro planeta, pero pudo ser registrada por la sonda Solar Orbiter de la ESA y la NASA, que se encontraba cerca de Venus. No se trata de un evento común y corriente: según los científicos, es la tormenta de partículas de energía solar (SEP) más grande que se ha visto hasta ahora desde 2020.

Sobre el 5 de septiembre, mientras la sonda Solar Orbiter sobrevolaba Venus para realizar una maniobra asistida por gravedad que altera la órbita de la nave espacial, acercándola aún más al Sol, el orbitador de la ESA y la NASA registró el momento exacto en el que el Sol arrojó una enorme eyección de masa coronal. Los datos son reveladores: aunque la tormenta solar no afectará a la Tierra porque se desarrolló en el lado opuesto de la estrella a nuestro planeta, la información muestra que se trata de la emisión más fuerte desde 2020 hasta hoy.

La trascendencia de observar al Sol

De acuerdo a una nota de prensa de la Agencia Espacial Europea (ESA), mientras continúan llegando datos de Solar Orbiter sobre el evento, este “ataque solar” revela por qué es tan importante el monitoreo in situ y permanente del clima espacial: es la única forma de predecir sus efectos en los cuerpos planetarios y las naves espaciales ubicadas en el entorno del Sistema Solar. Por ejemplo, si una tormenta de estas características se hubiera concretado desde el lado del Sol que mira hacia nuestro planeta, las consecuencias podrían haber sido catastróficas. 

Todo indica que no hubo efectos negativos en la nave espacial, ya que la sonda Solar Orbiter, operada por la ESA y la NASA, está diseñada para soportar e incluso medir estallidos violentos de nuestra estrella. Venus no parece haber tenido la misma suerte: las eyecciones de masa coronal tienden a erosionar la atmósfera del segundo planeta más cercano al Sol, eliminando gases en su recorrido.

Solar Orbiter fue lanzada en 2020, con el propósito de acercarse al Sol y revelar todos sus misterios. A partir de febrero de 2025, en cada encuentro con Venus incrementará su inclinación orbital hasta salir del Sistema Solar: el propósito es situarse en el punto exacto que le permita obtener una vista privilegiada de las misteriosas regiones polares del Sol. 

Una tormenta de gran intensidad

Según Spaceweather.com y datos del National Solar Observatory (NSO) de Estados Unidos, el evento del 5 de septiembre es la tormenta de partículas de energía solar (SEP) más grande que se ha registrado hasta ahora desde el lanzamiento de Solar Orbiter en 2020. Fue originada por una eyección de masa coronal (CME) que explotó en el lado lejano del Sol: según los científicos, la intensidad de las partículas solares no ha disminuido desde el comienzo de la tormenta. 

Esto indicaría un choque interplanetario muy rápido y poderoso, mostrando que la heliosfera interna podría estar llena de estas partículas de alta energía durante mucho tiempo. Para los especialistas, solo se han visto un par de tormentas de esta magnitud en los últimos dos ciclos solares. Vale recordar que el Sol emite protones y electrones, pero también algunos átomos ionizados como el helio. 

Cuando se disparan destellos y eyecciones de plasma particularmente intensas desde el Sol, estas partículas son recogidas y transportadas con las emanaciones, siendo aceleradas a velocidades casi relativistas. Precisamente son estas partículas las que representan un riesgo, por la extrema radiación que emiten.

Al optimizar nuestra comprensión de las CME, el viento solar y el campo magnético del Sol, los esfuerzos científicos como la misión Solar Orbiter brindan una nueva perspectiva sobre cómo funciona el ciclo de actividad solar de 11 años. Los hallazgos harán posible una predicción más certera de los eventos solares que puedan afectar directamente a la Tierra, los cuales podrían poner en riesgo las comunicaciones y algunas infraestructuras vitales en nuestro planeta.