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Raphael Cantante

Raphael: "De mí no hacen imitaciones, hacen caricaturas"

Raphael actúa hoy en la Ciutat de les Arts dentro del ciclo Nits al Carme.

Raphael presenta estanoche en Les Arts el disco «6.0».

En noviembre de 2020 Raphael lanzó ‘6.0’ un disco de duetos y versiones (y dos temas nuevos compuestos para la ocasión por Pablo López y Natalia Lafourcade) cuyo título hace referencia a las seis décadas que el cantante de Linares lleva trabajando en la música. Pocos pueden presumir con tanta energía de dos dígitos así. Una entrevista con Raphael no suele ser fácil porque el artista es más bien de contestar corto y sin complicarse. Por eso, hay que preguntarle mucho y sin parar. A cambio, consciente de su altura artística y naturaleza profesional, suele mostrar un correcto y despegado buen humor.

Buenos días, Raphael.

Buenos días, ¿cómo estamos?

Muy bien. ¿Y usted?

Usted está bien, gracias.

Empieza «6.0» diciendo que de tanto cantar se olvidó de vivir y acaba proclamando que resistirá a todo y frente a todo. ¿Cuál de las dos nos explica mejor a Raphael?

Yo creo que la última, «Resistiré», porque tengo esta madera de resistidor, como la del junco que se dobla pero siempre sigue en pie.

Y en estos 60 años de carrera, que le habrá dado tiempo de todo, ¿alguna vez se ha cansado de ser Raphael?

No. No te digo que algún día ese momento llegue, pero por ahora todavía está lejos.

¿Cómo le sentó el confinamiento? ¿Se aburrió mucho?

Pues me sentó de la siguiente manera: los tres primeros meses, fueron desesperantes, desesperantes totalmente. Y pasado estos tres meses me puse a grabar y entonces ahí se me olvidaron todas las penas.

¿Sin la salida del arte hubiera aguantado tan bien?

Yo creo que hubiera aguantado porque yo lo que quiero es vivir y todas las personas que queremos vivir aguantamos todo lo que nos echen encima.

¿A usted qué le mantiene tanto tiempo sobre los escenarios?

El cariño de la gente.

¿Ha visto alguna vez que este cariño menguara?

No, más bien lo contrario. Cada vez tengo más cariño.

¿En qué se diferencia el público de Raphael de ahora respecto al de los años 60?

Es mucho más entusiasta y más sabio.

¿Entusiasta con la música o con la figura de Raphael?

No hombre, con la música.

Pero hay ciertos ídolos que hagan lo que hagan siempre entusiasman.

Al próximo ídolo que me encuentre por ahí se lo pregunto.

Hablando de ídolos, usted estuvo a punto de cantar con el suyo, Edith Piaf, aquí en València.

Sí, estuve a punto de cantar con ella en un parador de las fallas pero lamentablemente se puso enferma. La sustituyeron por Juliette Gréco, que tampoco estaba mal.

¿Qué le hubiera dicho a Edith Piaf?

Yo quiero cantar contigo.

Los 60 años que celebra son los que tiene carnet de artista.

Sí, desde los 18 años. Es que antes había que tener un carnet de profesional, porque si no, no te dejaban actuar.

¿Mejor ahora que no piden carnet?

Parece ser que no.

¿Habría que recuperarlo para evitarnos algún disgusto?

Sí, sí, habría que recuperarlo. Pero no haría ninguna prueba.

¿A quién no le daría usted el carnet?

Pues a aquella persona desganada, que no quiere aprender. A ese no se lo daría.

¿Y a los que tienen prisa por triunfar?

Tampoco, porque triunfar es importante pero hay que aprender primero a hacerlo.

¿A usted le costó mucho?

No demasiado pero sí, algo costó.

¿Hubo algún momento en esos primeros años que pensó que cantar no era lo suyo?

No, nunca.

¿Ni cuando hacía películas? ¿Nunca pensó en centrarse en ser actor, como hizo Elvis?

No. Me gusta mucho el cine, pero si tengo que elegir, me quedo con los escenarios y la canción.

Mejor, porque a Elvis la apuesta no le salió demasiado bien. ¿Ha cerrado la puerta del cine?

Para nada. La prueba es que hace dos años hice una película con Álex de la Iglesia. Y ahora, el 19 de septiembre, estrenan un documental mío muy importante en San Sebastián. Volvemos a las pantallas.

En sus canciones no se encuentran mensajes políticos. ¿Hubiera aguantado seis décadas si los hubiera metido?

Bueno, yo creo que sí. Porque no tiene nada que ver una cosa con la otra.

La política quema mucho en España.

Y en todas partes. En todas partes cuecen habas.

Sus conciertos del Wizink en plena tercera ola del coronavirus dieron argumento político a unos cuantos.

Esos inventos se caen por sí solos. No hubo ningún contagio por mis conciertos. Afortunadamente.

¿No meterse en política es una manera de hacer política?

Puede ser. Yo diría que es una manera inteligente de hacer política.

Usted no se mete mucho en política.

Yo nada. Yo no quiero los discursos cerca de mí.

¿Pero usted ya ha dicho si es de derechas o de izquierdas?

Yo soy una personal liberal, siempre lo he sido. Pero respeto mucho las ideas de todo el mundo.

¿Pero liberal de tolerante o de los que no quiere la intervención estatal?

En que cada uno haga lo que quiera. Siempre y cuando esté bien hecho.

En «6.0» hace una versión de Camilo Sesto, un ídolo del que la gente acabó burlándose. ¿Somos crueles con los ídolos caídos?

Difícil pregunta. Con él sí que fuimos injustos. Pero quizá porque él daba pie. Pero, a parte de muy buen artista, Camilo era una persona fantástica.

¿Qué siente usted ante los compañeros de generación que cayeron o desaparecieron?

A veces desaparecían por accidentes... Hay que reconocer que no todo el mundo sabe comportarse como tiene que hacerlo. Y cuando empieza uno a sacar los pies del tiesto y a usar cosas que no se deben, naturalmente se acelera tu final. Pero si tú te portas bien y haces las cosas bien hechas y como se deben hacer, no tienes porque acabarte en dos días.

Usted dice que no imita a nadie, pero ¿le hace gracia cuando le imitan a usted?

No, porque no hacen imitaciones, hacen caricaturas. Entonces no hacen imitación.

Pero da la impresión de que usted sí tiene bastante sentido del humor.

Claro, porque hoy en día sin sentido del humor no se puede vivir. Si no te tomas las cosas con un poco de sentido del humor estaríamos todo el día amargados.

¿En qué cambia Raphael a partir de 2003, cuando se sometió a un transplante de hígado?

Para bien en un mil por mil.

¿Y como se reflejó en su música ese cambio?

En mi música quizá no tanto como en mi forma de ser, porque ahí entra ya en lo personal.

¿Fue mejor persona a partir de 2003?

Estoy convencidísimo de que sí. Aunque no había matado a nadie, claro.

¿Se hubiese estancado artísticamente sin ese cambio personal?

No me hubiera estancado nunca porque soy una persona que me gusta reciclarme.

¿Por eso busca ahora la compañía de los jóvenes en sus discos?

Sí, pero a parte de ser jóvenes tienen que ser buenos en la música.

¿Qué cambia entre una composición de Pablo López o Natalia Lafourcade y una de Manuel Alejandro o José Luis Perales?

Me estás hablando de los dos españoles más importantes que ha dado la música, que son Manuel Alejandro y José Luis Perales. Y los otros dos, tanto Pablo López como Natalia Lafourcade, son gente tremendamente joven pero también tremendamente talentosos. Y yo he podido trabajar con los cuatro.

¿Qué tenían aquellos que no tienen estos?

Cada compositor tenía su onda, su lenguaje. No se deben de comparar nunca porque son diferentes. Como tampoco los artistas se tienen ni se deben comparar. Cada uno tiene su forma, su modo de hacer las cosas. Y eso no quiere decir que uno sea mejor que otros.

Michael Jackson, ACDC y Queen tienen, como usted, disco de uranio pero seguro que no tienen una estatua de vidrio como la que le van a dedicar a Raphael en Linares.

Me siento muy feliz y honrado de que mis paisanos me quieran, porque suele ser muy difícil que tus paisanos te quieran. Así que estoy muy feliz por ello y sobre todo porque la estatua se puede reciclar.

Que es lo que usted dice que hace, reciclarse.

Por ejemplo, sí, está bien. Está bien el símil.

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