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DANI ROVIRA | ACTOR

"Decir ‘he llegado a tiempo’ es mi gran satisfacción"

«Mediterráneo», la película más "especial" de Rovira, es un «altavoz» para los refugiados y «un espejo» del humano que, entre otras cosas, saca a relucir «nuestras propias vergüenzas».

El humorista y actor andaluz.

No tenía claro, confiesa, llegar a tiempo al rodaje de ‘Mediterráneo’, pero lo logró y la película se estrena hoy. La pandemia, en este caso, favoreció a Dani Rovira. Recuperado del linfoma de Hodgkin que se le detectó en marzo de 2020, el actor interpreta a Gerard, uno de los socorristas que en 2015 viajó a Lesbos, Grecia, impactado por la fotografía de Aylan, un niño afgano de 10 años que murió ahogado en el Mediterráneo. Basada en hechos reales, es la historia de cómo se gestó la ONG Open Arms.

Una película que remueve conciencias.

Es dura, ¿verdad? El trasfondo es el que es y no hay que engañar al que vaya a verla. A poco que uno tenga un poco de sensibilidad, la peli le va a remover muchísimo. Intentamos poner en el escaparate este drama inabarcable que es el Mediterráneo como fosa común, algo que es horroroso. Horrible. Aunque no estás en el mundo si no sabes lo que está pasando. En mayor o menor medida todos somos conocedores de la crisis humanitaria y migratoria que existe, pero formatos como documentales o ficción abren una autovía para que el mensaje llegue mucho más y vaya directo al corazón del espectador. En la peli, a través de ir acompañando a los personajes y conocer su historia, el mensaje cala más. El detonante de la historia es la foto del pequeño Aylan.

Aunque a veces no queramos verlo, el drama de los refugiados está ahí.

Sí, y la gente se sigue ahogando, con o sin cámaras. Y podemos verlo con una visión de águila o pequeñita. Por las circunstancias que sean, hay gente que se está tirando al mar a intentar buscar un mundo mejor y nadie se la juega si de lo huye no es infinitamente peor de lo que le viene. Al final, la historia es que hay gente que se está ahogando y hay otros que han decidido desobedecer la ley del mar que es rescatar al que está naufragando.

Es complicado tratar un tema así sin frivolizar.

Muy difícil, pero rodar una peli como esta te obliga a hacer un pequeño clic porque si no entraríamos en barrena. En los rodajes en los que cuentas historias realmente dramáticas son en los que más necesario es reír. Y no te puedes sentir culpable por, de repente, tener comida o echar unas risas porque es necesario porque si no sería inaguantable. La mayoría de los extras habían sido refugiados e impactaba porque sabían de sobra lo que ocurría. Eran ellos los que nos explicaban lo que era eso y cómo se sentían. Pasábamos el día con gente que se había tirado al mar en familia y ahora les faltaba un miembro. Por salud mental y para hacer nuestro trabajo bien teníamos que separarnos un poco de la historia porque si no nos volvíamos locos.

Pues no creo que fuera fácil aislarse.

El rodaje fue durísimo. Rodábamos en los lugares donde todo pasaba, de hecho, tuvimos que cambiar una localización porque no era segura por unos ataques de neonazis al campo de refugiados. Nosotros estábamos contando la historia en el año 0 pero en el año 5 y la realidad nos adelantaba por la derecha. Hacíamos una especia de metapelícula. ¿Recuerdas el incendio de Moria (el campamento de migrantes más grande y poblado de Europa)?, pues nos pilló allí. El rodaje fue muy intenso emocionalmente hablando. Hemos tenido muchas dificultades a todos los niveles, pero pensar que esta peli puede viajar y que el mensaje llegará a muchísima más gente nos hace pensar que todo el esfuerzo merece la pena, sobre todo por las familias que siguen sufriendo por las mafias, los conflictos... La película le da altavoz a los refugiados, hace de espejo al ser humano y nos saca nuestras propias vergüenzas.

Dani Rovira Caterina Barjau

La historia de los creadores de Open Arms es pura generosidad.

Sí, esta es una película que habla sobre la bondad. Una película de seres humanos que ayudan a otros seres humanos, independientemente de que se conozcan. Habla de supervivencia y de que hay luz a pesar de que vivimos en un mundo muy egoísta y ruidoso donde el odio se está convirtiendo en una especie de cultura. La peli es muy valiente porque tiene como bandera la bondad y a día de hoy es la idea más punki que se puede tener. En una época en la que se destaca por la bajeza, el odio, el ruido y la maldad, el ser bondadoso es lo más revolucionario que hay. Nos falta empatía porque en el momento en el que consigues ponerte en el lugar del otro a nivel emocional y cognitivo es imposible mirar al otro lado. A los refugiados no les deberíamos tener miedo porque lo que les está pasando nos puede pasar a nosotros; nunca se sabe, puede ser una guerra, una crisis climática ... ¡joder, vamos a tratar al otro como nos gustaría que nos trataran a nosotros!

Que, como dice Óscar cuando os lanza el órdago, «cada uno haga lo que le dicte su conciencia».

Esto se puede aplicar a cualquier conflicto. La conciencia está ahí. Parto de la premisa de que, ‘si no aportas, aparta’. Yo no le exijo a la sociedad que aporte pero por lo menos que no ponga palos en las ruedas. Aquí se demuestra cómo, dos personas anónimas que su profesión es ser socorristas, pueden llegar a cambiar la vida de tanta gente. ¡Mira la que han montado! Han salvado miles de vida. Pero hay que decir que la mayoría de las soluciones son políticas y por mucho que el ciudadano se posicione a través del voluntario, donaciones o demás, esto pasa por la política. Todo político debería acceder a su cargo con una vocación humanitaria. Esta peli pone las orejas coloradas a los políticos porque demuestra que hay algo que no está funcionando y que hace que estas personas huyan de sus casas. A mí la política me parece que es algo precioso pero que está totalmente desvirtuada y mancillada por intereses que no deberían ser lo que son.

¿Cómo ha sido tu primera vez con Eduard Fernández?

No puedo estar más feliz. Llevaba como un año y medio sin rodar y me sentía bastante inseguro. Al rodar con Eduard al principio me temblaban las piernas porque es uno de los mejores de su generación. Me hizo sentir superbién y super a gusto. Fue capaz de hablarme de sus inseguridades. Es ese tipo de actores que te hacen ser mejor actor. Compartir plano con él hace que aprendas solo con verle. Un lujo.

¿Es tu película más especial?

Por las circunstancias sí. Teníamos una fecha y me pasó lo que me pasó, pero por la pandemia se pospuso y llegué a tiempo. Fue todo una carrera contrarreloj. Terminé mi tratamiento, tuve una semana para bajar a Málaga y ver a mi familia y a la siguiente ya estaba rodando en Grecia. Es especial por lo que es la historia y por mi propia historia personal. El poder decir ‘he llegado a tiempo’ es una gran satisfacción. La peli fue muy dura de rodar y, para mí, físicamente muy exigente. Pero disfruté muchísimo porque me sentía muy afortunado por poder hacerlo. Por estar ahí. Podía no solo no haber llegado a esta peli, sino no haber llegado a la vida. Para mí, por eso, ha sido un auténtico regalo.

Hoy estrenas «Mediterráneo» y en un mes la comedia «Cuidado con lo que deseas».

Sí, es una peli familiar muy guay para estas Navidades; la he hecho con Colomo y, la verdad, es que tenía muchas ganas de rodar con él. Ha sido un placer. También ha sido una experiencia brutal el haber currado con José Sacristán. Ha sido muy guay. Ahora todo es muy guay.

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