'La mujer de negro': Cómo pasar miedo en el teatro

La actriz Rebeca Valls vuelve a meterse en el papel de directora de escena para «La mujer de negro», la adaptación de la novela de Susan Hill. Trabaja con amigos, es decir, con Diego Braginsky y Jordi Ballester, quienes interpretan a un misterioso abogado y a un actor que recrean una experiencia terrorífica sobre el escenario. La obra estará en el Talía hasta el 22 de octubre.

Los actores de 'La mujer de negro', en el Talía.

Los actores de 'La mujer de negro', en el Talía.

Carla Melchor

Carla Melchor

Tener miedo durante una obra de teatro es posible. Aunque no es común ver obras escénicas de terror en la programación valenciana, este tipo de piezas van cogiendo más protagonismo en la agenda cultural. Sobre todo en el Teatro Talía, donde esta semana ha llegado «La mujer de negro», adaptación de la novela de Susan Hill que ha arrasado en Londres durante tres décadas. Esta adaptación la dirige la actriz Rebeca Valls, cuyo nombre aparece cada vez más en el apartado de ‘dirección’ de los libretos. En esta obra de terror, dirige a Diego Braguinsky y Jordi Ballester, quienes interpretan a un abogado y un actor que pretenden contar sobre el escenario un suceso fantasmagório.

«Estamos megaenfrascados con la obra», asegura Valls pocas horas antes del estreno en el Talía. «Ya la hemos representado en el escenario, no venimos desde zero, pero el Talía da mucho juego. Es un teatro muy cercano para el espectador. Para un genero tan atractivo como es el de miedo nos ha dado muchas alas. Hemos introducido algunos cambios para que la función sea más inmersiva», asegura la actriz.

Según Valls, una obra escénica de este género plantea ciertos retos. «Hay un 50% del trabajo que es dirección actoral, para asegurar el viaje del alma de los espectadores a través de la historia y los personajes que les estamos presentando. Esta parte está en todas las obras teatrales. Pero en esta hay una novedad. La parte técnica es el otro 50%. Las luces, el humo, los sonidos, la escenografía, los sustos... Son los otros protagonistas de la obra. Todo esto está al servicio del género para causar impresión en el espectador», y advierte: «Por muy bien que lo haga un actor, si la atmósfera no le acompaña, el espectador no se puede sentir como yo quiero que se sienta en esta función». 

Estar entre amigos

Valls parte de una ventaja como directora: su larga experiencia como actriz sobre las tablas. «Puedo ponerme en el lugar de los actores. Hago el viaje con ellos. Estoy dentro y fuera del escenario. No dejo de ser una actriz aunque esté dirigiendo, por lo que acompaño a mis compañeros en la obra», explica. 

El reparto de «La mujer de negro» está compuesto por dos actores que han trabajado varias veces con Valls, fuera y dentro del escenario. «En las otras tres piezas que he dirigido también estaba Diego Braguinsky. Tengo un lenguaje con él que va mucho más allá de la simple comunicación. Con Jordi también me pasa. Tenemos mucha complicidad humana, ya no a nivel profesional. Somos amigos». Algo poco frecuente y un sueño para Valls. «Esto es lo que yo había soñado en la profesión, tener un elenco, una compañía. Llevamos tantos años trabajando juntos que en cierta manera somos una familia». Coincidieron también en «Burundanga» o «El método Grönholm». «He crecido con ellos en el escenario y eso es una maravilla, llegas a unos niveles de comprensión y comunicación que son insuperables», señala. 

Trabajar con amigos, según Valls, acelera el proceso de preparación de una obra teatral. Es lo que ha pasado con «La mujer de negro». «Como directora, yo les digo ‘x’ y por la noche ya lo están haciendo. No necesitan entenderme más. Me pillan muy rápido y superan lo que yo les he dicho. Desde abajo se agradece mucho que alguien se lance contigo al abismo». «Ellos me inspiran, me dan confianza como directora. Me apetece seguir currando con ellos por esa comunicación que tenemos. Cuando entras en una función, puede haber varios compañeros que no conoces. Durante los ensayos, tienes más sentido del ridículo, te ocultas un poco y no te abres. Pasan unas semanas hasta que te sientes libre, pero cuando todos esos límites no están, ganas unos 40 días de ensayo», asegura. 

Roles complementarios

Según Rebeca Valls, compaginar su carrera como actriz y directora escénica le da la posibilidad de nutrir ambas pasiones. «Desde la dirección escénica, aprendo como actriz viendo a mis compañeros trabajar. Y como actriz, aprendo a tomar herramientas que después me pueden servir para dirigir». 

Valls no puede elegir entre ser actriz y directora. «Me bajé del escenario el pasado domingo y ahora estoy abajo. Mis dos roles se compaginan. A final de mes repongo el espectáculo de las mujeres de ‘Kabul’ en San Miguel de los Reyes. En octubre empezaré a dirigir otra cosa. La dirección y la interpretación son para mí complementarias. Me apasiona vivir la experiencia con los espectadores y mis compañeros», aclara. 

Como directora escénica, se define como una «guía» de viaje. «No soy una directora que pide cosas muy concretas. Lo que hago es acompañar al alma. Trabajo por objetivos y líneas de pensamiento. Parto del viaje donde el actor se tiene que apoyar para contar la historia», explica Valls, quien ha aprendido de Carles Alfaro, Lluís Pasqual, Carles Alberola o Rafa Calatayud.

Thriller de éxito

«La mujer de negro» es la adaptación teatral de la novela de Susan Hill. Se adaptó en los años 80 y estuvo casi 30 años en cartel en Londres. Su misteriosa trama roza casi el thriller. Arthur Kipps es la principal voz de esta historia. Él es un abogado de mediana edad que alquila un teatro y contrata los servicios de un actor profesional para que le ayude a recrear un suceso irreal, fantasmagórico, que le sucedió años atrás con resultados trágicos para él y su familia.

Desde el destartalado escenario lleno de muebles, papeles y otros objetos, Kipps comienza a leer su historia. Al principio lo hace de forma dubitativa, pero, poco a poco, aconsejado por el actor y con la ayuda de los efectos teatrales, va creciendo en él la confianza y la capacidad de actuación, mientras los espectadores son testigos de la evolución de los dos roles protagonistas. La pieza se ha representado en más de 30 países en todo el mundo. Ahora sigue su camino en València de la mano de Olympia Metropolitana.