Sixto se ha abierto camino en el mundo del golf de la mano de un singular patrocinador, el GTA Spano, un coche de alta gama, de facturación valenciana, que cuenta con 750 caballos y que tiene un precio que alcanza los 900.000 euros: «Se conoce más por los videojuegos, como el Gran Turismo», bromea Sixto. Una relación de la que ambas partes salen beneficiadas. Sixto puede viajar y jugar, al tiempo que promociona la marca automobilística en mercados emergentes en los que compite: «Voy a jugar en el norte de Marruecos, Abu Dabi, Omán, Catar, Arabia Saudí... La marca tiene un comercial que se dedica a vender el coche por aquella región y le interesó porque es un punto emergente de venta. Allí el golf sí es más elitista y se mueve entre la gente de poder. Los jeques que lo organizan van todos con su deportivo... Ellos me echaron un cable y yo les ayudaba a vender coches. Soy una persona muy abierta, comunicativa y con labia. Una marca se fija en eso, que tengas buena imagen y que seas humilde y trabajadora. Saben que no me voy de marcha a Dubai».
Con el objetivo de «conseguir en tres años la carta del circuito europeo», Sixto se adapta poco a poco al mundo profesional, al igual que los pilotos estudian las curvas de cada circuito de Fórmula 1: «Es lo que más me está costando. He mejorado mi nivel, he aprendido mucho. Pero me estoy dando cuenta de la importancia del conocimiento de los campos. Se suelen jugar los circuitos siempre en los mismos campos entonces la gente que suele estar arriba llevan tiempo en esos circuitos. El año que viene mi conocimiento habrá aumentado».
Sixto aspira su crecimiento al de David Silva, que antes de triunfar se forjó en cesiones en el Eibar y Celta. «El primer año ha sido de contacto, de rodarte, de jugar mucho y hacerte a la vida de 20 ó 25 torneos, estar fuera de casa, el siguiente será conseguir el Challenge Tour y el siguiente el circuito europeo».
