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Raso y junto al palo

Negredo tenía razón y es víctima

Negredo tenía razón y es víctima

Alvaro Negredo tenía razón, pero no fue el primero en cantar las verdades del barquero. Quien no ha cantado todavía la palinodia ha sido el exentrenador del Río Ave. Y eso que se le ha dicho, más de una vez, que su misión estaba resaltando excesivamente incierta. Se escribió por activa, pasiva y perifrástica que el juego del Valencia no tenía estilo de ningún tipo. Se denunció su falta de criterio para confeccionar las alineaciones. Se insistió en que se jugaba a lo que saliera porque no había coordinación entre líneas y, además, se le había reprochado su consentimiento a las decisiones de sus dos compadres, de compadreo, Peter Lim y Jorge Mendes quienes eran responsables de la confección de la plantilla.

Sus planteamientos han sido desde el comienzo más que discutibles. Tan pronto prescinde de Javi Fuego como le otorga toda clase de bendiciones. Cuando su participación en el Calderón podía ser importante, no está entre los elegidos. Alcácer fue titular e inesperadamente, pasó a la suplencia. Camino inverso el de Negredo. Para éste, el futuro parece más que indefinido porque ya no figura ni entre los citados. Nuno, antes Espiritu Santo, ha agredido moralmente al jugador y ha perjudicado al club. Claro que lo que le ocurra a la entidad les debe traer al fresco a los dueños.

En la zona donde se crea el juego de ataque no hay nunca claridad suficiente para que cada jugador ejerza sus mejores cualidades. Gomes y Parejo no son dos estajanovistas, ambos pasan minutos deambulando sin orden y el entrenador no sabe como compensar los altibajos. Parece que, finalmente, Enzo Pérez puede responder por los veinticinco millones de euros que se pagaron por él. Pero tampoco juega a que los delanteros puedan recibir balones en condiciones óptimas para el remate. Negredo se quejó y lo mismo podría decir Alcácer que, en el Calderón, no tuvo otra ocasión para marcar que en el penalti. Danilo era acompañante impreciso junto a Pérez, casi se estorbaban, y de ahí que desde la zona no salieran jugadas para mejorar la imagen de equipo gris y a veces hasta conformado con su desgracia. Sólo al final cuando Mustafi enmendó su fallo en el primer gol atlético „mayor fallo garrafal fue el de su colega de zona Santos„ con el penalti que se buscó con Godín, hubo reacción y hasta se impulsó al Atlético hacia su área.

El tanto hizo creer en algunos que la hazaña era posible y se buscó el empate aunque siempre de manera poca clara. Hace unos días decíamos que con el parón liguero había tiempo para que el de Río Ave meditara y resolviera los problemas. No ocurrió así y ahora, ni siquiera nos queda esa esperanza. En teoría, la plantilla cuenta con futbolistas a quienes se puede pedir mayor trascendencia en el juego. Ni sirve de consuelo aquello de Dios que bien vasallo si hubiera buen señor. A fin de cuentas el valencianismo vendió el «sentiment».

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