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El borde del área

Sociología del conflicto

Sociología del conflicto

No hacía falta falta una bolita mágica, era lógica pura. Por más mayoría accionarial que se tenga, o por más que uno sea el coleguita del amigo del amo que se ha comprado el club, la ley de la pelotita es inexorable. Escribía un servidor (27/10/14) lo siguiente «El fútbol sin la gente detrás no se sostiene. Lim es el propietario de un activo que, despojado del sentimiento popular, no tiene recorrido». Meses después es evidente que no han entendido nada.

Los dirigentes siguen en la torre de marfil, lejos de entender porqué fueron vitoreados a su llegada, creyeron que eso era un «todo vale». Craso error. Habría que ahondar en la sociología del conflicto vivido durante la venta del club. La gente no aplaudía a Lim porque fuera el proyecto que más seducía. Era el descarte frente al resto. Era la imagen que consiguió vender el seductor Salvo. La que el entonces presidente que se revolvió contra los políticos y los bancos que exprimieron y dejaron seca a la entidad, consiguió vender como la opción válida como un camino futuro lejos de estos.

Pero en el fondo, siempre hubo la sospecha de que con Lim iba Jorge Mendes, y que ya se sabe cómo actúa el intermediario portugués con los clubes en los que adquiere poder. Lo que pasa es que la oportunidad de vender la tierra prometida, unida a las ganas de un futuro mejor, hizo que mucha gente mirara hacia otro lado. Con el rabillo del ojo se veían ciertas cosas, pero se miraba hacia otro lado.

Cuando Nuno consiguió quitarse de en medio a Rufete, la gente entendió que ya no había obstáculo alguno para que Mendes comenzara a llenarse el bolsillo. Así que con la anuencia de Lim, los hechos dieron la razón (vinieron fichajes y no refuerzos) a quienes sospechaban del clan portugués.

Ahora ya se llega tarde. El lavado de imagen de Nuno es inútil. La apertura de su Twitter es tan oportuna como llamar a Wily Toledo a actuar en la Castellana en el día de la Hispanidad.

El fútbol del Valencia es un desastre. Nuno está sentenciado por Mestalla. Falta saber cuánto tarda Mériton en cortar este teatro grotesco que se produce en cada partido. Por muy amigo que seas del que manda, la ley del fútbol es inexorable. Espero que los ignorantes dirigentes (en lo fútbolístico) de Mériton, lo anoten para la próxima.

Si vienen a hacer dinero, esto es un equipo de fútbol. Nada les darán más dinero que ganar partidos y tener buenos futbolistas.

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