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Jovenets

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Se m´encén el cor en flama cada vez que la presidenta del Valencia pone a la juventud como testigo de la carestía de éxito. El discurso de la juventud ha ido haciendo costra hasta erigirse como justificación oficialista número uno para explicar el porqué el proyecto de los Lim sigue buscando su propio pacto de investidura, sin encontrar el dorado deportivo que los jeques millonarios con los que Peter va al tenis y a conferencias sí han hallado. Eso, ¿por qué?

Muere un gatito cuando se toma la poca edad de esta plantilla como una justificación, casi un estigma; tan joven en el imaginario que quieren proyectar que casi está a punto de poder legalmente disputar la Youth League ante esas porterías de chicha y nabo. La edad, la edad. Como si acaso no hubiese sido pretendida. El equipo alinea onces entre los 24 años (la media con la que saltó contra el Athletic, más veterano a pesar de ser un club de cachorros) y los 26 (contra el Espanyol). Casi siempre el equipo presenta una defensa mucho más juvenil que la de sus rivales.

Evidente que el Valencia es un equipo joven, aunque con peñones veteranos en cada línea (Alves, Siqueira, Fuego, Negredo€ solo el portero con verdadera enjundia en la jerarquía). ¿Pero es eso atenuante del mal rendimiento? Más bien debería ser un factor esperanzador del gran futuro que tendría por delante la plantilla. Vicent Todolí, celebridad valenciana medio oculta, director siete años de la Tate Modern, hombre de tierra que hace sus metáforas sobre arte hablando de fútbol («es como un partido del Pego-Oliva€») decía este viernes en un desayuno que le gusta rodearse de equipos integrados por profesionales empezando, es entonces cuando sienten «el vértigo del abismo» (tienen toda su carrera por decidir), más implicados que nunca.

Simeone debe entender a Todolí. Ha armado la renovación de su propio grupo a partir de novatos que apenas acaban de cumplir los veinte. Busca que el vértigo ponga vigoroso al equipo. Una receta contra la monotonía de unos tipos acostumbrados a ganar. Se está avanzando al problema. El Atlético, mirando como ejemplo sus últimos partidos, ha sacado onces de 23 años, de 25, de 26 a lo sumo. Acabó su encuentro con el Real Madrid con una media de 24 años. Es un equipo, en fin, igual de joven que el del Valencia. Obviamente mucho más maduro.

Usar la edad como excusa es un autoengaño poco beneficioso cuyo hábito debería dejar de practicarse. Una trola. El Valencia dels jovenets (construido así a conciencia, elegido así de lozano por algún motivo) no es el problema. En todo caso lo es la temeridad de combinar una dirección inexperta con un entrenador inexperto y un equipo inexperto.

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