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"Montal" y tal, y tal

"Montal" y tal, y tal

Así me llamaba él. Eliminando la «t» final de mi apellido y añadiendo con cierto tono jocoso la muletilla que por aquellos días hizo propia el desparecido Jesús Gil.

Le descubrí un 17 de diciembre de 1980. Sí, en la final de la Supercopa de Europa que el Valencia le ganó al Nottingham en Mestalla. Estaba con un tremendo catarro -que de niño me acompañaba casi de forma perenne- y al poner la radio para escuchar el encuentro encontré una voz que le daba una musicalidad y una alegría especial a la narración. Estaba escuchando a Gaspar Rosety.

Aquella noche se cebó especialmente con un Keegan desastroso y recuerdo aquella frase de «Kevin Keegan, una retirada a tiempo es una victoria!».

A partir de ese día siempre busqué el dial donde estuviera García porque eso significaba que iba a escuchar a su mejor narrador. Y conforme fui cumpliendo años me quise hacer periodista de radio, y a ser posible de deportes. Realmente lo que yo quería era ser Gaspar Rosety.

Ha sido, es y será, el mejor narrador de fútbol que ha habido en este país. Nadie como él para dibujar fútbol con la palabra. Certero, mordaz, con un ritmo envidiable y un amor por la radio como pocos.

Y en el año 96 me tocó la lotería. Yo era el corresponsal de Radio Voz en Valencia y una mañana sonó mi viejo Nokia. Era Jose Luís Corrochano: «La radio ha fichado a Rosety...» El azar de la vida me llevó a trabajar tres años con él. Me dio mil y una lecciones de radio, pero sobre todo de la vida. Porque Gaspar era así. Era la generosidad sin límites. Cogió al chaval que casi «jugaba» a ser periodista deportivo y le enseñó a ser el periodista que hoy es. Entablamos una amistad de la que me enorgullezco y desarrollamos una pasión musical común, Carlos Goñi «Revolver». Fue el número uno ante el micrófono. Como persona, aún fue más grande. Persona de carácter «me gusta hacer felices a mis amigos e infelices a mis enemigos» solía decir.

No hace mucho que hablamos por teléfono la última vez. Me volvió a dar un consejo de los suyos cuando percibió cierto desánimo en mi voz «Manolo, ten cuidado. Estás en una edad en la que ya no le perdonas todo a la radio...». De aquella conversación queda una cita pendiente. Una cita que ya no será posible porque un mal golpe se lo ha llevado por delante a sus 57 años.

Dicen que su voz siempre quedará, pero eso no es suficiente. La radio llora la pérdida del mejor narrador que ha dado este país y los que le conocimos maldecimos la pérdida de un ser humano de una dimensión inigualable.

Descansa en paz, maestro, referente y algo más que un amigo. Descansa en paz, Gaspar Rosety.

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