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Corazones y sombreros

Corazones y sombreros

Mientras el Valencia proseguía en Gran Canaria su calamitosa travesía hacia el abismo, Kim Lim -hija del propietario y a la sazón portavoz oficiosa de la entidad durante algunos meses- inmortalizaba su paso por Seúl colgando en redes sociales uno de sus clásicos selfies. Ningún país se le resiste a la heredera, otrora fallera mayor del entorno y referencia trendy. Lejos quedan aquellos días de vino y rosas en los que la lideresa espiritual del universo cartulinero rompía la noche en los reservados de los mejores garitos de la ciudad. Ahora que el equipo ya no juega la Champions, ahora que más de un valencianista contesta sus imágenes en Instagram con quejas dirigidas a Peter Lim, ahora que la alfombra roja ya no recibe los monovolúmenes de lunas tintadas a pie de estadio, ahora que el «Benvingut» se ha convertido en «De fora vindran€», Mestalla ha dejado de ser cool. Ya no mola. Kim ha aparcado al Valencia en el último estante de su lujoso vestidor, compartiendo espacio con un bolso Prada de hace dos temporadas y un par de Manolo Blahnik de piel de potro que, para disgusto suyo, resultaron una burda imitación. Para los no iniciados en moda, algo así como el Gary Neville de los zapatos. El becario de Meriton que, por cierto, sigue compartiendo veladas con los poderes fácticos del club tras el ¿cese? de la pasada semana y no tiene previsto dejar la casa alquilada con contrato revisable en julio. Curioso caso el de los (ex) entrenadores del Valencia que, meses después de abandonar el banquillo de Mestalla, siguen pululando por el Mercado de Colón y alrededores.

Desconozco si alguno de los artistas pertenecientes al circo de Lim es capaz de conciliar el sueño. A cualquiera le costaría, mínimo, una tortilla de valerianas. Aunque para eso hay que tener conciencia y, sobre todo, sentir el hierro. La imagen de Gary Neville y Kim Koh compartiendo un copazo la noche de la ¿destitución? del inglés define el grotesco sainete en que se ha convertido la Avenida de Suecia. Los desmanes de unos y otros, en connivencia con la desafección de una plantilla transferible al 80%, han metido al club en un jardín del que muchas veces no se sale. Fundamentalmente si el que entra es un vestuario poco acostumbrado a danzar con la parca. No hace falta recordar el calendario ni los temibles rivales que aguardan. Barça, Getafe, Villarreal, Eibar€ Qué más da quién esté delante. El enemigo está en casa. Cuatro entrenadores en una temporada, jugadores por hacer pagados a precio de MVP, estrellas frustradas con las fichas más altas desapareciendo

misteriosamente incluso del palco o disputando los minutos de la basura, un asesor -que no director- deportivo, dorando la píldora al peor técnico en la historia de la entidad, el hermano del (ex) entrenador haciendo de oreja amiga desde dentro pero apartado de los viajes, el mejor recuperador del club en su domiclio sin saber si está dentro o fuera€ ¿qué sentido tiene ponerse a analizar los siguientes rivales? ¿puede un equipo que ha sumado 3 de los últimos 18 puntos conseguir, al menos, 6 de los próximos 21?

La respuesta es sí. Un rotundo sí. Y para ello, aunque no lo crean, va a ser fundamental Mestalla. Como tantas otras veces. La misión no tiene el glamour de otros años, pero para nosotros el Valencia no es una moda. No se puede cambiar de equipo como de bolso o zapatos. No se puede cambiar de corazón como de sombrero. Así que no queda otra que apechugar, meter 45.000 locos en el estadio, acompañar al bus del equipo hasta la puerta del templo, regalar entradas y, si es necesario -señora presidenta- prometer una rebaja en el abono de la próxima temporada por las molestias causadas. No será la primera ni la última empresa que devuelve el dinero tras ofrecer algún producto en mal estado. Y el de estos meses se encuentra en descomposición. En el fútbol, como en la vida, se producen situaciones en las que la única opción es bajar al barro. Olvidémonos por un tiempo del balcón del Ayuntamiento, el doblete, Albelda y Baraja, el 6-0 al Madrid o la obra de arte que parió Mendi en La Cartuja. Meriton mediante, hemos vuelto a 1986. Y solo nos salva una catarsis que lleve a los jugadores de la manita y en volandas. De lo contrario, el futuro se escribe con letras de plata en escenarios tan antítesis de lo fashion como Soria o Miranda del Ebro. De los que no aparecen en Instagram, vaya.

Destacado: Meriton mediante, hemos vuelto a 1986. La salvación pasa por una catarsis en Mestalla.

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