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El miedo

El miedo

Quizá el partido del sábado ya sea lo de menos. Un simple eslabón vergonzoso en esta cadena del despropósito en la que se ha convertido el Valencia Club de Fútbol.

Quizá la única diferencia es que ahora ya todo el mundo es consciente de la realidad del peligro del descenso.

Encontrarte un domingo por la mañana pendiente de un Athletic-Granada y que aumente tu sensación de desazón el punto conseguido por los andaluces, significa que ya estamos todos con el pánico a flor de piel.

Bueno, cuando digo todos me refiero al menos a los que formamos ese ente difuso que el recientemente desaparecido Johan Cruyff bautizó como el entorno. Y con ello no quiero decir que suframos más que nadie. Quizá porque además el entorno necesita pararse a reflexionar sobre su parte de responsabilidad en todo lo que está ocurriendo (me pongo yo el primero para no herir susceptibilidades). Desde los de «ya lo dije porque no están los míos» a los que enarbolan una bandera compulsivamente convirtiendo en anti-Cristo cualquier voz crítica. Todos tenemos culpa en una situación como esta. Y la situación es que si no lo remedia un milagro el Valencia se va de cabeza a segunda división. Abramos los ojos. De nada sirve mirar a otro lado.

Cuando uno tiene una enfermedad grave, debe de mirarla a los ojos de frente para poder curarla. Esconder la cabeza debajo del ala no arregla las cosas, las empeora.

El mazazo tras la ridícula segunda parte de Las Palmas ha sido de aúpa en todo el valencianismo. Al menos, en todo el que lo sufre. No en el que es valencianista de nómina.

Nuno hizo una destroza y Neville ha sido una nulidad devastadora, pero la constante imágen de indolencia es lo que más miedo me da. Con la implicación mostrada, me duele tanto decirlo como comprobarlo pero el Valencia CF es ahora el peor de todos los equipos que luchan por no descender.

Y lo peor es que han de ser estos jugadores los que te saquen del pozo en el que se han metido y del que parece partido tras partido que les da igual salir.

Espero que Ayestarán sea capaz de hacer ver al grupo que entrena (difícilmente se les puede llamar «equipo») lo que se están jugando y la responsabilidad que recae sobre sus hombros. Creo que el miedo en la afición y en el entorno es tal que ahora mismo sólo importa sacar esto adelante. Pero no sé si la gente está dispuesta a animar a quien no muestra ánimo ninguno. A quien transmite indolencia.

Y si esta situación se supera (y a día de hoy lo veo muy complicado „no les voy a engañar„), empezar a exigir a la propiedad. El peor modelo de gestión de la historia del club no puede quedar impune.

Esperemos que se puedan reprochar las cosas permaneciendo en primera división.

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