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Ocho años después

Ocho años después

Ocho años y un día (como las condenas) después de que el Pipo Baraja levantara al cielo del Calderón la Copa del Rey del 2008, el Valencia vuelve al lugar donde jugó la ida de las semifinales del último trofeo conquistado hasta la fecha.

Curiosamente, el Valencia también visitó este año el mismo escenario para disputar el mismo escalón del ya mencionado torneo: los escalones de Copa. El resultado de este año es sobradamente conocido por todos. El 7-0 copero de esta campaña supone uno de los mayores ridículos en la historia del club. Y la campaña en general que ha rodeado a nivel deportivo este año al Valencia es de las peores que se recuerdan.

Justo en la misma semana en la que el Sevilla se plantó nuevamente en semis de la Europa League, el Athlétic le plantó cara y el Villarreal se metió también en el penúltimo escalón de la competición. Y ya sé que mencionar los éxitos de estos equipos (lo del Atlético de Madrid, ahora mismo es de otro planeta) le rechina al aficionado valencianista. Pero dejando la bilis a un lado, el incondicional de Mestalla debe comprender que para reconstruir el Valencia, a este equipo le hacen falta espejos donde mirarse. Y comenzar por los tres que he dicho no sería una mala medicina. De hecho, el Sevilla repitió hace años hasta la saciedad, cuando inició su periplo dorado, que el espejo en el que ellos se habían mirado era el Valencia del 2004.

Se debe apostar por una manera de trabajar. Escoger por una idea y un perfil de profesionales y apostar por ellos. Esa es la base del éxito. Voy a apurar más la apuesta. Miren que cuatro entrenadores (y hay uno que es bien sabido que no es especialmente santo de mi devoción) llevan más tiempo en los banquillos de sus respectivos equipos. Con eso creo que se dice casi todo.

Hay una soterrada pero floreciente esperanza entre quienes comparten el día del club de que tras el sonoro batacazo de este año desde Singapur dejen trabajar a la dirección técnica a la hora de tomar las decisiones deportivas.

En esa creencia se basa la irrupción de una mejora que habilite la idea de paciencia que viene pidiendo la propiedad. Si son capaces de entender que el fútbol necesita atención diaria prioritaria y dejan trabajar a los que están capacitados en cada área, será más fácil labrar la paciencia. No es necesario ganar títulos. Simplemente un equipo del que sentirse orgulloso.

Aunque todos hayamos pensado que ochos ya son muchos desde la última vez que hubo que hacer sitio en la vi

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