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La utopía de San Siro

La utopía de San Siro

Durante la glacial rueda de prensa del pasado martes en Mestalla, en la que se oficializaba la renovación de Pako Ayestarán por dos temporadas, técnico y director deportivo aseguraron tener pleno consenso a la hora de diagnosticar los problemas del Valencia en los últimos nueve meses. La química entre las partes es digna de agradecer, pero tampoco había que ir a Harvard. Un porcentaje elevadísimo del entorno hubiera firmado, con algún matiz, la lista de jugadores transferibles confeccionada por García Pitarch que, como anunció Lay Hoon el día que Pako regresó a Mestalla, va a tener un verano movidito. Desde la llegada de Meriton a la Avenida de Suecia, el club ha sufrido una tremenda mutación en numerosos departamentos. En algunas ocasiones para mal. O para muy mal. Ha perdido dinero en la controvertida decisión del cambio de marca deportiva, va a perder un potosí en las diferentes operaciones para recolocar a los jugadores que se ficharon a sobrecoste, muy por encima de su valor de mercado, ha perdido al main sponsor de la camiseta „para el que ahora Draper ha rebajado el listón de 10 a 6-8 millones de euros„, ha perdido clase a la hora de tratar a empleados intachables como Jordí Sorlí o el doctor Albors, ha perdido la educación para dirigirse a varios padres de niños de la escuela que algún día, espero, contarán su verdad para desnudar las formas del señor que se sienta en el despacho de director de la Academia. Estoy convencido de que personas con valores y principios como la presidenta ejecutiva o Kim Koh serían los primeros en censurar determinados comportamientos y situaciones que se han producido en Paterna entre cuatro paredes. Claro que para eso alguien deber tener narices de suministrarles a ambos toda la información y no limitarse a la clásica «cabotà» con la que se mantiene el cargo aunque se pierda la dignidad.

Pero, afortunadamente, no todo son pérdidas. Gracias sobre todo a la recuperación de una estructura deportiva interna no dependiente de Gestifute, el Valencia conserva la capacidad de entender que, tras una calamitosa temporada como la que acaba de concluir, no pueden quedar ni los percheros. El drama, una vez identificados los horrores de planificación del pasado verano, aparece a la hora de buscar salidas a los descartes. Porque de no perderles dinero ni hablamos. Especialmente delicado es el caso de Negredo, al que su empresa de representación busca acomodo en el Calcio por el momento sin éxito. La negativa de Inter o Milan a las primeras de cambio tampoco es ninguna sorpresa. Los números de Álvaro „goles en las últimas dos temporadas y salario anual„ convierten su fichaje en una apuesta de riesgo que no es coherente realizar cuando ni ha comenzado junio. Más adelante veremos quién se atreve y, en el caso de hacerlo, si no fuerza al futbolista a renunciar a una parte de la onerosa ficha que Lim consistió firmarle. Por cierto, como el éxito tiene muchos padres pero el fracaso es huérfano, conviene acudir a lo que dijeron los protagonistas de aquella Operación Bomba. Tengo delante una entrevista que el por aquel entonces director deportivo, Rufete, concedió al diario As el 6 de septiembre de 2014: «Está la opción de Enzo Pérez. Pero en el instante en el que señor Lim nos dice que por Enzo no vuelve a negociar porque él había dado su palabra que lo iba a fichar por una cantidad y se la cambian, es cuando aparecen otros nombres. Y entre ellos, Negredo, porque el mister quería dos puntas. Era difícil fichar a Negredo por cuestiones económicas. El presidente„Amadeo Salvo„ habló con el señor Lim, le explicó las razones del interés por Negredo y su contratación le pareció acertada. A última hora, el Manchester City exigía una cesión de compra obligatoria sobre un precio. Y evidentemente el señor Lim tenía que dar el «ok». Ahí es cuando todo se unió», explicaba Francisco Joaquín Rufete. 32 millones de euros entre coste de traspaso y comisiones a representantes. El fichaje más caro en la historia del club. Un fiasco.

La dificultad para traspasar a Negredo es similar a las situaciones que pueden desencadenarse en otros casos, como el de Enzo Pérez o Abdennour „cuyo coste de fichaje el Valencia ya asume que no va a recuperar„. La final de San Siro entre Atleti y Real Madrid, tanda de penaltis incluida, ha removido recuerdos del pasado. Mezclando nostalgia y escepticismo, muchos nos preguntábamos si algún día llegará la deseada «vendetta» de aquella trágica noche. Ahora mismo la aspiración suena a utopía. Sin los ingresos de la Premier o el talonario de Barça y Madrid, clubes como el Valencia solo pueden aspirar a partidos como el de Milán si antes han construido un proyecto sólido y sin titubeos. Lim, además de malgastar 194 millones de euros, ha perdido un año para edificar un modelo como el del subcampeón de Europa. Un año más que se retrasa la deseada «vendetta».

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