A los 78 años, Roberto Gil recuerda goles, jugadas y anécdotas como si las estuviera volviendo a ver. Siente el fútbol en vena. Y puede tragarse hasta cinco partidos seguidos desde la butaca de su salón ante las amables protestas de su esposa, Mari Carmen. Roberto es una institución en el Valencia CF y su hogar en Riba-roja, un pequeño museo con fotos enmarcadas de alineaciones valencianistas desde 1939 hasta hoy, año por año. Un tesoro.

¿Cómo empezó a jugar?

Nací en Paterna, pero a los seis años, por el trabajo de mi padre, nos fuimos a Riba-roja. Mi padre era jefe molinero, se fue a la mili, a la guerra y, cuando volvió, ya no tenía el puesto de trabajo por motivos políticos. Él estaba afiliado al Frente Popular. Yo jugaba de portero y mi ídolo era Eizaguirre. A los seis años, mi padre me lleva a Mestalla y es contra el Zaragoza. El Valencia gana 6-0 y el balón ni le llega a Eizaguirre. Después jugué en el Frente de Juventudes, no había otro sitio. A los 15 años comencé con ficha falsa en el Riba-roja. Rino, el amo del Valencia, vino y le dijo a mi padre: ´Tu hijo, o bien al Valencia juvenil o lo denuncio´. Mi padre era el presidente del Riba-roja. Eso fue en la 54-55. Debuto en el primer equipo del VCF el año 59 en el homenaje a Puchades. En mayo ascendimos a Segunda con el Mestalla eliminando al Hércules y, volviendo a casa, me dice Rino: ´¿Quieres jugar con el Valencia?´ ¡Figúrate, venir a casa y decirlo! El día de mi debut se inauguraba la luz eléctrica en Mestalla, los niños formaron sobre el césped el nombre de Puchades, que salió a jugar con el número 6. Y a los seis minutos entré yo para sustituirlo.

¿Qué tipo de medio fue?

Yo era un jugador más importante por cómo pensaba que otra cosa. Un jugador táctico que iba muy bien de cabeza. Comencé siendo ofensivo con Sendra, pero vino Paquito y pasé a ser más defensivo. Hablaba mucho con Manolo Mestre, que era central. Mestre tenía carácter y velocidad. Y me decía: ´Tú aquí, a mi lado». Y a Amancio lo teníamos controlado, porque era muy bueno y te desarmaba. Yo le tapaba por la derecha y por dentro le entraba Mestre. En la 66-67, le ganamos al Madrid siete partidos seguidos.

¿En qué jugador posterior del VCF se identifica?

Con Albelda. Lo veía todo venir. Yo iba mejor de cabeza que él y él abarcaba más campo.

¿Fue a la selección?

Estuve preseleccionado dos veces: una para la Eurocopa de Madrid 64 (entré en la lista de 32 y se quedaron 7 fuera, entre ellos Paquito y yo). Y después, la más amarga. Me selecciona José Villalonga para jugar contra Irlanda y, el mismo día, debo jugar con el Valencia contra el Ujpest Dotza en la Copa de Ferias en Budapest. Y yo decidí jugar en el VCF. Me vetaron y ya no me seleccionaron más. A los dos años, me encontré a Domingo Balmanya y me dijo: ´Yo habría hecho lo mismo que tú´.

¿El mejor entrenador?

Alejandro Scopelli, tenía grandes dotes. Era chileno, pero él decía que sus dos patrias eran Argentina e Italia. Tiró a los directivos del vestuario y no lo renovaron. Y había ganado el mismo trofeo, la Copa de Ferias, dos veces en la misma temporada (62-63). En el 62 llegamos a la final con Domingo Balmanya en el banquillo, contra el Barça, pero no se jugó porque estaba el Mundial de Chile. Se pospone hasta septiembre y, como habían tirado a Balmanya, Scopelli dirige esa final. Y al final de temporada la volvemos a ganar con él contra el Dinamo de Zagreb. Después, con Mundo, alcancé la plenitud. En el año 64, con 26 años, me dio la capitanía.

¿Y ahora el VCF quiere vender a sus dos capitanes?

Lo de Parejo lo entiendo. Es extraordinario técnicamente, pero no le ves un gesto de rabia. Comprendo que Prandelli le haya hecho eso. Un entrenador de verdad lo ve. Me gusta el jugador que sienta el hierro. Y para él habrá sido un palo no haberse ido en verano al Sevilla. Enzo Pérez no me acaba de gustar porque te puedes quedar con 10: no se mide a la hora de entrar. Sólo hay que ver la cara de los jugadores del Villarreal cuando juegan para darte cuenta de que esos sí están sintiendo el partido.

¿Cómo fue su gol de cabeza desde fuera del área?

Fue en el Camp Nou. La jugada venía por la derecha. Le pegué de cabeza desde la frontal del área y pillé a Sadurní fuera del área.

¿Le expulsaron alguna vez?

Un día, jugando contra el Madrid, Amancio, cuando yo iba a saltar, me pisó. Me voy detrás, le doy una patada al culo y el árbitro venía a expulsarme. Amancio lo paró y le dijo: ´¡No lo expulses, que ha sido culpa mía!´. En España no me han expulsado nunca. Ese día estuve en las puertas. Y otro, cuando Martín Esperanza le rompió la pierna a Sol en Pontevedra, con Pintado de árbitro, que no pitó ni falta. Me puse a gritarle al árbitro.

¿Cuál es su apogeo?

Del 64 al 68. De los 25 a los 30 años. Los compañeros me respetaban y me apreciaban. Y en el 67 levanto la Copa del Generalísimo en el Bernabéu ante el Athletic.

¿Alguna anécdota?

A los tres días me dicen en el pueblo: ´No te han fusilado de milagro´. ´¿Por qué?´ ´Mira al nodo y verás´. Estaba el Caudillo, a su lado la mujer y Muñoz Grande (capitán general del Ejército). Le doy la mano al General (una mano floja), a la mujer, a mi presidente (Julio de Miguel), me pongo la Copa en el pecho y me giro. En esos 15 segundos estuvo Muñoz Grande con la mano tendida sin que yo me diera cuenta.

¿Se ha considerado un hombre de izquierdas?

Sí, un poco de izquierdas. Lo era mi padre y mi idea ha sido siempre socialdemócrata por todo lo que he podido leer y vivir. Soy una persona moderada.

¿El fútbol ha sido siempre de derechas?

El fútbol profesional creo que sí. En el Valencia tenías miedo a hablar. Los directivos de mi época eran más que de derechas. Eran caciques de la capital. El fútbol ha estado dirigido desde Madrid. Antonio Calderón era gerente del Madrid y gerente de la federación española. El Madrid era el amo en la federación. Lo de Di Stéfano fue de juzgado de guardia: voló desde Argentina firmado por el Barça comprado al River, pero también tenía una firma con el Madrid, que lo compró a Millonarios (un equipo fuera de la FIFA). La ley estaba de parte del Barça, pudo más el Madrid. Una cacicada.

¿El mejor jugador contra el que ha jugado?

Alfredo di Stéfano era todo carácter, capaz de insultar a los compañeros si no hacían lo que él quería. Tenía un físico inconmensurable que le permitía poder fumarse un cigarro en el descanso y salir como si nada. No paraba de correr.

¿Y cómo era Di Stéfano de entrenador?

Lo tuve en mi último año en el VCF, cuando ganamos la Liga del 71, pero ya no jugué casi, porque me lesioné. No me acababa de gustar. Era más por el mito, por el carisma.

¿Los mejores compañeros?

Claramunt: carácter fuerte, contestatario, con una calidad y potencia física... Él y Poli nos dieron el 50% para ganarles esos siete partidos seguidos al Madrid. Pirri y Velázquez me decían: ´Estos dos no paran de correr´.

¿Qué se puede hacer con el actual Valencia?

Los valencianos hemos dejado marchar demasiadas cosas buenas nuestras: el equipo, los bancos, la televisión pública...entidades tan arraigadas a la valencianía no deberían haberse dejado escapar tan fácil. Hay personas aquí con poder económico y hay pensadores como para no dejar el club en manos de un señor que está allá... Mendes ha movido unos 200 millones desde que está Lim aquí.

¿Qué piensa del trabajo de García Pitarch?

Ha hecho lo que ha podido porque está en manos de un hombre que no se le pueden decir las cosas a la cara, porque por teléfono no es igual. El día que hicieron el homenaje a los que llevan 50 años con el pase, me dicen que Paco Lloret ha anunciado la venta de Alcácer. Me acercó a Suso y a Layhoon y me dicen: ´No tengáis miedo, que no se va´. Vendido. Suso no puede hacer más. Lo único que podría hacer es marcharse, pero pierde el jornal, y eso es difícil, lo hacen pocos. Yo lo hice.

¿Cuándo?

Yo era director deportivo (desde 1986 hasta 1994) y traje a Hiddink porque falló Beenhacker (se había comprometido con el Madrid). Del 91 al 94. Y en su último año, las cosas iban mal, algo que no me gustó con Hiddink y Rodri, fui a hablar con el presidente (ArturoTuzón) y dimití. Me fui yo, tiran a Hiddink, estuvo Rielo, Héctor Núñez, Real... fue un descalabro. Tres o cuatro entrenadores en seis meses.

¿Ese comparable a la crisis actual?

No, porque entonces había mucho mejor equipo.

Y años antes, ¿como vivió el descenso?

Yo entrenaba al Castellón y cuando baja el VCF, me llama Tuzón en el 86 para la secretaría técnica. Lo primero que me dice: ´¿Qué hacemos con Di Stéfano (con un año más de contrato?´ Yo le dije: ´Con Sempere, Arias, Subirats... si cobran, suben seguro con Di Stéfano y con quien sea´. Y subimos de carrerilla. Fichamos a Bossio, que dio solidez al centro del campo. Quique, Arroyo y Jon García vinieron al año siguiente. Entonces, Arturo se cansa de Alfredo, me quedo yo de entrenador, se salva la temporada y firmo a Espárrago (del Cádiz). Lo tuve tres meses firmado y no lo supo nadie: nos citamos en un hostal a mitad de camino. A Quique lo fiché del Pegaso: ´Este nano es mejor que todos los nuestros de lateral derecho´. A Arroyo ya lo había firmado Buqué. Jon García, del Athletic, hizo su papel arriba. Pero Alfredo, cuando las cosas iban mal, era muy difícil de trato.

¿Y Arturo Tuzón?

Un fenómeno, un hombre con mucho carácter, que si le era leal a uno, lo era para siempre. Solo tuve un problema con él: Rommel. Yo no lo quería porque teníamos a Penev y Eloy. Pero el agente Alberto Toldrá pudo más que Mendes ahora. Él se buscó un directivo de fuerza, Tuzón claudicó y el VCF pagó 300 millones de pesetas por Rommel. Y no jugó casi. Hiddink lo cedió al Albacete y poco después falleció en un accidente.

¿Algún jugador que le guste del Valencia de ahora?

Cancelo, cuando juega arriba, le gusta a cualquiera. Y creo que Gayà no debería estar arrinconado. Y en el medio del campo hace falta alguien que diga: ´Aquí estoy yo´. Javi Fuego, aunque mayor, les pega una pasada a estos por hombre de verdad.

Usted fichó a grandes estrellas. ¿Cómo trajo a Penev?

Espárrago quería a Fonseca, que lo firmó el Nápoles. Y yo le digo a Espárrago: ´Mira, hay un delantero fenomenal de la selección búlgara que, además, tiene mala leche, que es lo que a ti te gusta´. Era Penev. Teníamos a Toni, pero le faltaba algo. Nos fuimos con Minguella a Bulgaria y lo trajimos del CSK por un millón de dólares (128 millones de pesetas).

¿Cuánto tiempo estuvo de director deportivo?

Desde 1986 hasta 1994. Todos los viajes de Segunda los hice con Di Stéfano, yo llevaba el dinero en una maleta para pagar el hotel. Porque, de la época de Ramos Costa, al Valencia no nos daban habitaciones si no llevabas el dinero.

¿Cómo era la plantilla del Valencia de Hiddink?

Inmensa. Espárrago, el primer año, salva al equipo, el segundo es cuarto y, el tercero, ya es segundo. Viene Hiddink y se encuentra con Roberto, Saura, Arias, Subirats, Fernando, Penev, Eloy, Leonardo... Daba gusto verlo, pero era un equipo acomodaticio. La plantilla actual es muy limitada y hay que hacérselo ver a los jugadores para que entiendan que solo con mucho sacrificio y trabajo se salvará el equipo. Se les tiene que decir ya.

¿Cómo resume su época de entrenador (Levante, Valencia, Vall d´Uixó, Castellón...)?

Me gustaba mucho. Estuve hasta la jubilación, en 2003, que me retiré como director deportivo de la escuela del pueblo. Mi mejor recuerdo fue cuando le gané al Real Madrid y destituyeron a un amigo, Amancio, en la 84-85, tras cesar a Paquito después de que el Castilla eliminara al Valencia en Copa. El primer partido ganamos 0-2 al Espayol en Barcelona, dos goles de García Pitarch, que lo había tenido yo en el Gandía y le había dicho a Paquito que lo fichara. ´¡Es mejor que Urruti de aquí a Lima!´, le dije. Y se lo llevó. En Tercera, con su velocidad y rabia, hizo una destroza. Al ganar al Madrid, era una día de Pascua, y pasamos una noche fabulosa con los amigos de aquí del pueblo. Contra el Barça, también empaté dos veces en el Camp Nou.