En medio del desierto en el que se encuentra perdido el Valencia, ha aparecido un oasis llamado Carlos Soler. El joven mediocentro y jugador del filial, de 20 años recién cumplidos, se ha convertido en una de las últimas esperanzas para la afición, para el entrenador Salvador González, Voro, e incluso para el resto de sus compañeros. Soler ha encontrado su bastión para seguir fortificándose como una realidad en Dani Parejo. A pesar de ser declarado como transferible durante la anterior etapa de Cesare Prandelli como técnico del primer equipo, el futbolista nacido en Coslada fue la primera espada del ligero empuje del conjunto valencianista durante la segunda mitad de la última derrota sufrida en Copa del Rey frente al Celta de Vigo.

La pareja formada por Parejo y Soler se ha postulado como un elemento trascendental en el argumentario de Voro en su objetivo de salvar al Valencia de los puestos de descenso. El joven centrocampista ha pasado de ser el futuro de la entidad a convertirse, por obligación de la tesitura actual, en una realidad. Los aficionados concentrados en Mestalla durante el pasado martes volvieron a ovacionar al canterano valenciano, que entró en el campo en el comienzo de la segunda mitad sustituyendo al capitán del equipo, Enzo Pérez.

A mediados del segundo tiempo, Soler levantó de nuevo al público valencianista con una jugada en la que se marchó de cuatro jugadores, previamente a que los aficionados volvieran a pedir que lanzase la última falta directa del encuentro. En los 89 minutos que ha disputado Soler con el primer equipo, ha demostrado estar más en forma que otros compañeros como Mario Suárez, Álvaro Medrán o el propio Enzo. Y debería ser considerado una opción real de cara al encuentro frente a Osasuna el próximo lunes (20.45).