Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ciberche no es tanca

Ciberche no es tanca

Era una época de ciber cafés, esos colmados de pantallas llenos de frikis estabulados frente a un ensueño, la imagen de la modernidad. En en el recuerdo parece una antigualla (lo moderno tiende inevitable a quedar antiguo en un pestañeo). Un tiempo donde el modem crujía en cada conexión y si tu abuela llamaba al teléfono la conversación en chat se caía justo cuando venía lo interesante. Pues ahí, en ese contexto, fue cuando se fundó Ciberche. Año 1998, bajo la amenaza de convertir al valencianismo en una suerte de cíborgs. No fue para tanto. Este periódico sacaba por entonces reseñas sobre las webs que alumbraban un espacio líquido detrás de la pantalla, tímidos intentos de generar contenidos dignos entre ceros y unos.

Ciberche tejía un listado de sus adheridos valencianistas por el mundo, constituyéndose en una peña de tipos de aquí y allá, universal y transfronteriza. La fantasía de la internacionalización brotaba justo en un momento latoso y reprimido para el VCF que contra el pronóstico de tanto opinador listillo viró en un equipo a punto de hacer la mayor de sus revoluciones.

La web Ciberche acompañó desde entonces en el trayecto. Hasta hoy. Su contribución no ha tenido que ver con jugar a ser periódico o reflejar la frenética huida hacia adelante del día a día. Sí más bien con compactar, consolidar y democratizar la historia propia. Lo más parecido a los archivos vaticanos del valencianismos los alojan ellos.

Miles de partidos, todos los jugadores, datos y datos. Una recopilación de esfuerzo denodado. Las hojas de referencia para cualquier ser de proximidad valencianista. Y una lección de fondo, el recordatorio para posibles iluminados: antes de vuestra llegada, nosotros ya estábamos aquí. Solo hacía falta un rodeo por su Histoche para rescatar que antes de ti, todo. El salón de la fama€ pero también la salita de seres anónimos que siguen teniendo al menos un lugar en el imaginario VCF.

Quizá ahora es sencillo imaginarlo porque anda el club imbuido en una fiebre melancólica. Lógico: cuando hay poco asidero a la realidad uno siempre saca los recuerdos del armario. Pero cuando eran las promesas del futuro las que se expresaban febriles, ellos picaron en la mina de lo eterno. A cambio de nada más allá del entusiasmo propio y el reconocimiento ajeno.

Hace unas semanas recibían el encargo de unos abogados pidiéndoles una indemnización cuantiosa por el uso de imágenes históricas entre los años 1919 a 1947. Un interés repentino y casual no por proteger la propiedad intelectual sino por sacar tajada al paso. La imposición de reglas digitales sigue desajustada y poco cercana a la lógica. Es ese otro asunto€ Ciberche ha cerrado alguna de sus funciones entre un futuro incierto, ahora que pensábamos que también acabarían siendo eternos. Aquí el simple reconocimiento de un admirador.

Compartir el artículo

stats