Munir, una mosquita muerta en un campo de fútbol, se marchó expulsado por un exceso de fogosidad tras dos entradas al comienzo de la segunda parte. El delantero hispano-marroquí trataba de cumplir sus obligaciones defensivas y vio la roja al comienzo de la segunda parte. El árbitro, Jaime Latre, mostró con él una severidad implacable. El partido fue limpio y, puestos a contabilizar las faltas, el conjunto local cometió 17 y el visitante 13. Sin embargo, los de Voro recibieron cinco tarjetas (contando las dos de Munir) y los de Setién solo una (y ya en el minuto 81, Roque Mesa). Desarmado el Valencia con tanto por delante, Las Palmas exhibió su tremenda pegada: tres tantos de cuatro tiros a puerta. Lo hizo con dos golazos de parecida factura: trallazos desde la frontal a la escuadra, el primero de Jonathan Viera y el segundo, de falta, de Lemos. El Valencia había arrancado con brío en defensa y entusiasmo en ataque para cazar una contra en el gol de Mina.

«¡Papá, para ti!». Santi Mina ha sufrido muchísimo desde su llegada a Valencia en verano de 2015. Le ha pesado la mochila de los 10 kilos pagados por él, la mala reputación de su representante (Jorge Mendes) y la escasa plasticidad de su juego. Pero nadie le negará la enorme capacidad para sobreponerse y sumar tres goles en las tres últimas jornadas, coincidiendo con la recién estrenada posición de 9. Quizá es ahí donde debió jugar desde el principio, y no pegado a una banda. Así marcó anoche en el estadio Insular: deslizándose por el césped para llegar y rematar un excelente servicio de Gayà desde la izquierda. El lateral de Pedreguer, rapidísimo, se plantó de extremo izquierdo, amortiguó un desplazamiento largo de Enzo Pérez y envió muy suave al centro, donde aterrizaba Santi Mina. El gol daba continuidad a la luna de miel de Voro con su equipo, pero no pudo evitar la realidad del fútbol de Las Palmas, un conjunto estructurado y lleno de recursos técnicos.

Uno de ellos es la fantasía de Jonathan Viera, capaz de sacarse un chutazo desde la frontal del área sin carrerilla, casi de parado, a la escuadra de Alves.

Tras la roja a Munir, Las Palmas aprovechó la ventaja para sentenciar. Lemos, un central de mucho potencial, dibujó una falta magistral a la esquina derecha de Alves. Carlos Soler se había quejado de que esa falta tampoco había existido. Para entonces, la fortuna le había dado la espalda al Valencia, castigado en el descanso por la lesión de Enzo Pérez. Y en el segundo tiempo por el error garrafal de Mangala, que despejó al aire de cabeza y dejó solo a Prince para remachar.

La agresividad de Zaza

Voro dio paso a Zaza a fin de ir cogiendo ritmo. Y el delantero italiano dejó buenas impresiones en los controles y en los desmarques. Es agresivo, tiene carácter y conoce el oficio. Virtudes todas ellas bienvenidas en un equipo tan tierno como este Valencia. El cuadro de Voro mejoró en el último tramo. Mangala, en posición de 9, y el propio Zaza tuvieron opciones de acortar distancias. El árbitro le perdonó una amarilla, esta sí clarísima, a Zaza, por un codazo a Roque Mesa.

Presión por Orellana

Las bajas en el centro del campo para medirse el sábado al Eibar (Parejo, Nani, Munir y, tal vez, Enzo Pérez) aumentan la presión para el fichaje hoy de Orellana, un media punta de mucha calidad que, a corto plazo, le vendría de perlas al Valencia. Su realidad, en efecto, es esta: escapar cuanto antes de la angustia de la cola.