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Entrevista

César Ferrando: "El fútbol es ilógico; a veces no sabes por qué ganas o por qué pierdes"

César Ferrando: "El fútbol es ilógico; a veces no sabes por qué ganas o por qué pierdes"

¿Su mejor recuerdo como futbolista?

El día que debuté con el Valencia ante Las Palmas (3-1, en el curso 1980-81). Siempre se lo digo a mis hijos: para un valenciano, estar en el túnel de vestuarios, escuchar el himno y subir para arriba, es inolvidable. Me temblaban las piernas y se burlaban de mí los veteranos (Saura, que era muy buen capitán, Carrete, Tendillo...).

¿Disfrutó mucho?

Un día, Roberto Gil, el entrenador, me dice en Barcelona: ‘Si juega Maradona, usted juega’. Temblé porque creí que iba a marcar a Diego, pero me puso a seguir a Víctor Muñoz, que corría lo que no está escrito. Y contra el Sevilla marqué al hombre a Pintinho. Hoy, si un entrenador manda marcar al hombre, lo matan.

Pues hay entrenadores de alevines, en el Alboraia, por ejemplo, que mandan a niños de 10 años marcar de ese modo.

Doy clases en el colegio de entrenadores de Albacete y si, en el equipo de uno de mis alumnos, veo un marcaje al hombre, lo suspendo.

¿Qué clase de jugador fue?

Flaquito, técnicamente bueno y trabajador, como Busquets pero a años luz. El Valencia tenía una plantilla enorme: Kempes, Felman, Arias, Subirats, Saura,...

¿Quién le impresionó?

Kempes, un 10 como persona y como futbolista. También Arnesen, pero se lesionó de la rodilla.

¿Por qué se marchó?

El Valencia nos dio la baja a algunos porque subió gente buena del filial (Voro, Giner) y llegaron jóvenes como Quique y Arroyo. Es ley de vida. Me fui un año al Salamanca y después dos buenos años en el Sabadell, donde subimos a Primera con Lino, Saura, Capó, Ribes... Después estuve en el Olímpic, en el Alzira y otra vez en el Olímpic antes de retirarme con 33.

¿Cómo ha cambiado el fútbol respecto a los ochenta?

Una barbaridad. Antes era más de modas: estabas 10 días sin tocar el balón en los entrenamientos para acostumbrarte; te mandaban a correr por la montaña; el gimnasio era una habitación con una lámpara de infrarrojos... Ahora hay recuperador, médicos, fisios, pulsómetros (antes nos medíamos las pulsaciones). Antes era todo furia y ahora hay muchas más cosas.

¿Ha ayudado la selección?

Sí, claro, pero ese éxito llega no solo por el estilo sino por una gran hornada de jugadores. El fútbol es un libro abierto en el que nadie está en posesión de la verdad. Hay unas reglas y cada uno las interpreta. El Athletic ganó dos Ligas jugando muy directo. A veces hay malas imitaciones y, en ocasiones, hay partidos que me empalagan: mucha posesión y no tiran a gol.

¿Cómo surge de entrenador?

En mi pueblo, el Tavernes, en Preferente. De ahí pasó al Gandía, en Segunda B tres años y entonces me llama Jaume Ortí para entrenar al Mestalla. Cogí a un equipo de mucha calidad con Rangel, Garrido, David Navarro, Jandro, Ximo Enguix, Redondo Albiol... Le aporté exigencia. Un día nos fuimos a correr y les dije: ‘Yo hoy también corro. El que quede por detrás de mí, le doy la baja’. Me dejaron muy atrás. Tuve también un gran equipo técnico con Miguel Peiró, Camarasa y Sempere.

Y llega el Albacete.

Sí. subimos a Primera con Siviera, Roa, Pablo Ibáñez, Montiel... después nos mantuvimos..

En el Atlético de Madrid, sin embargo, no cuajó.

Era un escalón muy grande. A los pocos partidos se marcharon Simeone y Santi Denia y, para rematarnos, en la última fase se lesionó Gronkjaer, que lo habíamnos fichado del Chelsea. Miguel Angel Gil y Cerezo siempre me apoyaron y me dieron libertad total, pero el equipo venía de haber estado en Segunda dos años antes y quería estar arriba.

¿Cómo acaba entrenando al Johor, en Malasia?

El príncipe de Johor es un enamorado del fútbol y, además, juega muy bien. Una cultura musulmana muy respetuosa y fue una experiencia muy buena. Singapur estaba a solo cinco minutos.

¿Qué opina de la crisis del VCF?

Cuando vendes un club, debes aceptar que el control sea de fuera. Es difícil conciliar los sentimientos de los aficionados con los números de los dueños. Han sido dos años con problemas institucionales y muy poca paciencia de la gente, una caja de bombas, hasta que llegó Voro, que se ha producido un consenso para ayudar al equipo. Con él, el Valencia está más ordenado.

¿Le sorprendió que aceptara ser entrenador?

Sí, porque podía haberlo hecho antes, pero se nota que le pica el gusanillo y está preparadísimo. Pero debe ser consciente de que cuando eres entrenador, te queda un día menos para que te echen.

¿Y Simeone?

Es un ganador y consigue que todos vayan a uno. Ellos van a quedar cuartos y nosotros (el Valencia) podemos dar una cal y otra de arena, pero al menos ahora el equipo compite.

¿Qué le ha gustado más jugar o entrenar?

Entrenar. He disfrutado muchísimo.

¿No se pregunta por qué en la primera parte de su carera todo le fue bien y en la seguna no?

El fútbol no tiene lógica. A veces no sabes por qué ganas y a veces no sabes por qué pierdes. Son muchos factores. Lo único que puedes hacer es estar al día, prepararte, leer, ver entrenamientos, vídeos... El plan B es el entrenador: reaccionar a las circunstancias, vivir el partido y manejarlo.

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