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La Pizarra

Triste despedida

El Valencia juega un penoso último partido en el Calderón ante el Atlético

Triste despedida

El Valencia disputó ayer su último partido en el Vicente Calderón. La imagen fue muy triste. La sensación de inferioridad ante el Atlético, manifiesta. Ayer se notó en el campo la tremenda diferencia futbolística entre ambos conjuntos. El equipo de Voro tenía una magnífica oportunidad de afrontar con tranquilidad el partido, puesto que ya está alejado de las posiciones de descenso, y no había tanta presión por la clasificación. Era una gran ocasión para reivindicarse. Y ofrecer una mejor imagen de lo que vimos. Estas son las claves:

Superados por la vía rápida

El de ayer se presentaba como un duelo de estilos. O de modelos. El Valencia trataba de elaborar y tocar el balón, mientras que el Atlético apostaba por un juego más directo y de contragolpe. La pugna duró un asalto. De una pérdida de Orellana surgió el tempranero primer gol de Griezmann, que obligaba al conjunto de Voro a estirar un poco más sus líneas en busca del empate. El partido estaba complicado. El Atlético le daba metros al Valencia y le esperaba en su campo, para jugar desde la pérdida de balón del rival y salir con velocidad a la contra. Y el Valencia, sin ideas, no encontraba la manera de abrir brecha entre las líneas rojiblancas. Bajo este panorama, el Valencia siempre fue a remolque de lo que ordenaba el Atlético cómo y cuándo quería.

Voro mueve sus fichas

El Valencia nunca encontró la manera de poner en el más mínimo aprieto a su rival. El equipo de Voro estaba muy estático, sin saber cómo afrontar el partido, y con un centro del campo que no sabía por dónde podía aprovechar sus ocasiones ante un rival que ya lleva años jugando de la misma manera y que gestiona a la perfección los partidos. El equipo valencianista confiaba toda su suerte en los centros de Gayà desde la banda izquierda, y en que Zaza aprovechara alguno de esos balones colgados al área. Pero tampoco la defensa del Atlético permitía mucho más. El Valencia tocaba el balón pero sin profundidad y Oblak se aburrió porque no tuvo que realizar ninguna intervención. Voro lo intentó todo. Incluso movió a Orellana a la media punta, Carlos Soler a la derecha y Munir a la izquierda, pero ni por esas.

Sin capacidad de reacción

En la reanudación, el guión del partido pareció calcado. El Atlético volvió a marcar pronto, el segundo tanto, y parecía que los de Simeone se limitaban a leer un libro ya escrito. Con el 2-0 llegó la mejor ocasión de gol del Valencia. Y es el más claro ejemplo de lo que era el partido. Munir lanzó a portería a la desesperada y desde medio campo, viendo que el portero rojiblanco estaba adelantado, y el meta despejó el balón a corner. El Valencia no conseguía ser ofensivo ni afilado en ataque, y tuvo que recurrir a acciones no habituales en un partido.

La segunda intentona de Voro por que en el partido sucediera algo fue el de realizar un doble cambio y dar entada a Santi Mina y Bakkali para darle algo más de mordiente, frescura e ideas nuevas al equipo. Pero el Atlético no tenía fisuras. Es más, se volvió a confiar a Griezmann para marcar el tercer tanto y cerrar de forma definitiva un choque.

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