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Mano dura, señores

Mano dura, señores

Acostumbrados como estamos a otros capitanes que en el Valencia han sido (Albelda, Arias, Fernando, Carrete€), sorprende por su carga surrealista la imagen vivida el pasado domingo minutos después de la conclusión del partido ante el Villarreal. Mientras miles de seguidores enfilaban el camino de regreso a su casa tras poner punto final a una temporada horripilante, uno de los portadores del brazalete en el primer equipo, Dani Parejo, se hacía fotos junto a un grupo de familiares y amigos sobre el césped de Mestalla. Para mayor carga dramática, la escena sucedía a escasos diez metros del punto en el que la plantilla, cuerpo técnico e incluso el presidente del submarino amarillo festejaban con sus aficionados la clasificación para la Europa League.

Ni siquiera se tomó la molestia el centrocampista de Coslada de marcharse al área contraria para pelotear durante unos minutos con su hijo. Por mucha amistad -y vecindad- que mantenga con Roberto Soldado, un capitán del Valencia lo es hasta las últimas circunstancias. Y el domingo no era día para fotitos. Hasta hace muy poco tiempo, acabar en duodécima posición era sinónimo de tragedia en Mestalla. Lo lógico, estético y hasta higiénico hubiera sido enfilar el camino al vestuario nada más acabar el encuentro, pasar por zona mixta a pedir disculpas por nueve meses de ignominia y a casa.

Pero el problema en la SAD va mucho más allá de la primera plantilla. Una vez hubo concluido la sesión fotográfica de los Parejo, le tocó el turno a la muy ilustrísima presidenta. La señora bajo cuyo mandato se han encadenado dos temporadas consecutivas fuera de competiciones europeas. Algo que no sucedía desde mediados de la década de los noventa. En su último encuentro como brazo armado de Peter Lim en el palco, Layhoon también quiso inmortalizarse junto a diferentes ejecutivos, empleados y hasta el grupo de voluntarios que trabaja cada quince días en el estadio.

Me consta que es una buena persona, que ha llegado hasta donde ha podido en un entorno que no es el suyo. Pero no domina los códigos del fútbol. Si lo hiciera. el domingo hubiera elegido otro escenario para hacerse fotos -sonrisa Profident en ristre- con medio club. La mujer del César además de ser fiel tiene que parecerlo. Como en tantas otras veces, no queda otra que aferrarse a la sociedad Mateo Alemany-Marcelino.

Podrá acertar o equivocarse, pero, por poner un ejemplo, no imagino al técnico asturiano consintiendo selfies a uno de sus capitanes después de perder un partido. Mano dura, señores. Esto era y sigue siendo el Valencia.

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