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Análisis

La receta: energía, seguridad y emoción

Marcelino concilia el realismo con la ilusión de un gran cambio: "Debemos saber de dónde venimos y a dónde vamos"

Marcelino con sus ayudantes, Rubén Uría (derecha) e Ismael Fernández, ayer en Mestalla. m. a. montesinos

«Nunca me habían hecho tantas fotos en un día», se le escapó a Marcelino al salir de la oscuridad del túnel de vestuarios y entrar en el restallido de color del césped de Mestalla, donde le esperaban un batallón de fotógrafos. El tímido chico de Villaviciosa, criado en la prestigiosa cantera de Mareo, advirtió entonces la magnitud del club del que acababa de tomar las riendas, mucho más grande que todos sus equipos anteriores.

En su discurso de presentación como entrenador del Valencia CF, Marcelino García Toral, de 51 años, intentó conciliar el realismo de los dos últimos años en Mestalla, un despropósito descomunal, con la ilusión de cambiarlo todo en las dos próximas temporadas. Lo resumió en una de sus primersa frases escritas en un papel: «Saber de dónde venimos y dónde queremos llegar».

Marcelino se siente lleno de «energía, seguridad y emoción». Está convencido de que puede cambiar mucho en poco tiempo, lo que no pudieron cambiar sus cinco predecesores en estos dos cursos calamitosos (Nuno, Neville, Ayestaran, Prandelli y Voro).

Su principal aliado es el director general, Mateu Alemany, el hombre que viró la elección de su director deportivo, José Ramón Alesanco (partidario de Quique Setién), a favor de la corriente popular de Mestalla, que votaba mayoritariamente por el orden y la disciplina de Marcelino. Alemany le ha asegurado un cerco de seguridad respecto a Lim, con quien Marcelino no ha tenido ni siquiera la obligación de hablar (a Pako Ayestarán, el dueño le hizo hablar en inglés sobre dirección de grupos ante un millar de jóvenes deportistas becados por Meriton).

Alemany le ha prometido independencia a Marcelino para confeccionar la plantilla, sin interferencias del propietario más allá de las lógicas limitaciones económicas. Frente a la fanfarria de los fichajes de Lim (los Negredo, Enzo Pérez, Abdennour y Aderlán Santos), se impone la apuesta de jugadores con «talento, más compromiso, solidaridad y ambición», según las palabras del propio técnico asturiano.

En eso, en busca de ese equilibrio tan deseado de las plantillas, Marcelino debe preguntar y escuchar los consejos de Voro, quien mejor conoce las claves del fracaso de las dos últimas temporadas. Y a quien Marcelino agradeció públicamente su generosidad al recibirlo con los brazos abiertos.

Marcelino necesita líderes en el campo habida cuenta de que los veteranos fracasaron en esa función en la pasada campaña. El técnico asturiano quiere una plantilla corta a fin de mantener un grupo cohesionado. Es un entrenador que exprime física y mentalmente a sus jugadores. En eso se parece a Rafa Benítez. Y subirá poco a poco a chavales del filial como hizo en el Villarreal. Su llegada ha coincidido con una pequeña eclosión en la escuela valencianista: la consolidación de Carlos Soler y Lato en el primer equipo, el filial luchando por ascender a Segunda, los dos campeones de Europa sub 17 (Ferran Torres y Hugo Guillamón)...

Plantilla corta y líderes

Tras las primeras conversaciones con el técnico, el club apuesta por Ryan en la portería, Jaume de suplente y Sivera, del filial, como tercero. Se busca una salida digna a Diego Alves. Los laterales están bien cubiertos (Montoya-Cancelo; Gayà-Lato). El vacío está en el centro de la zaga. Es prioritario desprenderse de Abdennour y Santos y fichar un par de centrales atendiendo al precario estado físico de Garay y a la dificultad para prolongar la cesión de Mangala.

El mediocentro defensivo es un objetivo (Camacho parece demasiado caro), mientras que Parejo sigue siendo valorado por el nuevo entrenador (como por todos los anteriores salvo Prandelli). Finalmente, también sería beneficioso un punta con velocidad que permita desarrollar el ataque vertiginoso del gusto de Marcelino.

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