El Mestalla se quedó a un pasito, muy cerca, de subir anoche a Segunda División. Lo intentó con todas sus fuerzas y disfrutó de media docena de ocasiones escandalosas para forzar la prórroga. Pero la pelota no quiso entrar ante un rival que jugó a lo suyo: conservar el resultado de la ida (0-1) por las buenas y por las malas. Exhaustos por el esfuerzo, los chavales del filial del Valencia rompieron a llorar tras una temporada dignísima. En el último partido, ayer, ofrecieron la misma propuesta de fútbol alegre y directa de toda la temporada.

El partido comenzó con un juego áspero, con dos equipos que afrontaron el juego con el máximo respeto. Uno, el Albacete,con la lógica obsesión por mantener su portería intacta, suficiente para consumar su regreso a Segunda; el otro, el Mestalla, dispuesto a asegurar su zona y buscar la ocasión más adelante para igualar la eliminatoria. Pero el plan preestablecido por el filial del Valencia llegaba más allá. Tenía la obligación de llevar la iniciativa en el juego, un proyecto en el que colaboró totalmente su rival. El Albacete le entregó la pelota, como así habría hecho, seguramente, cualquier otro equipo en esas circustancias.

Con el balón en los pies, todo el juego del Mestalla pasó por Quim, el jugón de la tropa. Con 29 años, el capitán es también el veterano del equipo y, por tanto, un futbolista capacitado para este tipo de escenarios, dimensiones desconocidas para la mayoría de sus compañeros.

Superada la fase de análisis del terreno, el Mestalla se animó sobre el ecuador del primer tiempo. Entonces sí, llegaron las ocasiones. La primera de Aridai, en un disparo al primer palo desde una posición muy escorada, salvada por el portero. El voltaje de la tarde subió progresivamente hasta el descanso. Jordi Sánchez, el «9» que Curro Torres puso ayer en liza en lugar de a Rafa Mir, recibió la tercera amarilla de su equipo y no se había cumplido la media hora. Llegaría entonces la acción polémica. Aridai, el otro experto del grupo, fue objeto de penalti cuando salía del regate y se disponía a disparar. El árbitro no quiso saber nada. El partido era de color naranja y negro y las aproximaciones comenzaban a intimidar al Albacete, resguardado en su campo, con el tanque Aridane arriba en plan barraquero.

Con todo por decidirse, el Mestalla se fue decididamente a por el gol en la segunda parte. Aridai disfrutó de una falta al borde del área en la primera ocasión ante un Albacete asustado, timorato, con la duda filosófica razonable de si atacar o cavar la trinchera. A los 10 minutos, Curro Torres movió ficha: dio entrada a Rafa Mir, otro delantero. Tres atacantes en el campo. A continuación, entró al campo Fran Villalba. Desaparecido hasta entonces, irrumpió en el partido Nacho Vidal, que reactivó al equipo desde la derecha. Suyo fue el centro que no encontró rematador, en el área pequeña, cuando el Albacete temblaba ya como un flan.

Tras 5 minutos de tregua, el Valencia disfrutó de sus mejores ocasiones. Fran Villalba dibujó un centro perfecto a la cabeza de Rafa Mir y el portero desvió por milímetros; Quim estrelló el saque directo de córner en el palo. El amago de gol olímpico reactivó a Curro Torres, que animaba a sus futbolistas como un poseso.

Con la pelota en propiedad, llegaron varias faltas propicias para Aridai. Rafa Mir disfrutó de la enésima ocasión, solo ante el portero, en medio del acoso total de los chavales de la Academia. Nadal volvió a evitar el gol en una acción calcada, con el delantero solo ante el portero, antes de que el árbitro perdonase la roja al tanque del Albacete, un tuercebotas que se dedicó a rematar a los piernas rivales.

Los últimos 5 minutos no dieron para más. Salió entonces a relucir el «oficio» de los futbolistas del Albacete, que ya no dejaron apenas que corriese el reloj en medio de la locura general.