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Villa y Mata también son futbolistas

El mundo retrospectivo en el que nos hemos instalado, todo tan 2008, pone a Villa de regreso en la selección española demostrando, básicamente, la grave carencia que tiene el país de buenos delanteros, echados a perder la mayoría de ellos o equivocados en su ruta, como Paco Alcácer, saltando del Valencia en pleno vuelo porque así tendría más posibilidades de ser llamado por España. Ajá.

Lo más peligroso, sospecho, es que el debate enconado entre Villa y Raúl debe estar a punto de reabrirse, a favor de que González Blanco vuelva de donde jamás debió salir. El raulismo, en el fondo, siempre se opuso a la teoría de la evolución y aboga por el revisionismo histórico en pos de una fábula, la de Raúl como mejor jugador de la nación. Ya de paso: ¿debe regresar Casillas a La Roja?, veo.

Con Villa sucede que siempre me lleva a Mata, como un sidecar, como una ecuación cuyo producto une los dos factores. Tras el doblete (uy), el único pegamento generacional contemporáneo para los que nacimos en los ochenta. De cuando el Valencia solo se permitía atacar con delanteros bajitos. De ellos tenemos ese regusto melancólico (el valencianismo parece gallego últimamente€) de haber desaprovechado una oportunidad vital más allá de un título que ni se celebró, de tanta costumbre que creíamos tener a la victoria. Va a hacer una década de aquello.

Villa y Mata son un antídoto ante la simplificación del futbolista cerril. Contradicen la visión simplificada de que el jugador de fútbol es, sin remedio, un bárbaro adicto a la tinta sobre la piel, más tatoos que neuronas. Villa y Mata no son futbolistas Jotdown, puede que porque no han jugado de locales en el Bernabéu (extraño, si Villa posó con la camiseta del Madrid en fotomontaje) como para estar tan alumbrados.

Pero son ejemplo de normalidad, de inquietud y de representar una hornada distinta en la era de los 150 kilos por atacante.

Mata anunció hace unas semanas que donaría el 1% de su sueldo a causas con las que transformar sociedades precarias a través del fútbol. Qué audacia. Pide a su gremio, los de la boda de Messi incluidos, que se una.

Es un futbolista atípico, sí, pero también un provechoso enlace ante sus compañeros, una manera de mostrarles que no sólo se trata de deglutir vorazmente los beneficios, sino de usar su poder para dar ejemplo, hacer un poco más agradable aquellos mundos complicados de donde muchos proceden. Conviene publicitar la donación y no ocultarla, tiene efectos contagiosos.

Ojalá, deseo al viento, Villa y Mata se reintegren en el Valencia al acabar sus carreras. Son tipos normales, poco habituales. También ellos son futbolistas.

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