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Jovenets

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Layhoon, presidenta añorada, usó hasta la extenuación el pretexto de la juventud de la manada para maquillar el destarifo de una organización deportiva sin orden ni concierto. Ser joven como señuelo para esperar y esperar y esperar a que repentinamente se rompiera el huevo y saliera en vuelo un equipo feroz.

Como la teoría de los millennials que los dibuja ingratos y superficiales, el Valencia debía posponer su competitividad porque la plantilla era generalmente demasiado inexperta. Lo peor es que lo creían y debían imaginar para dentro que con el paso del tiempo todo iría mejor. Pero lo que se hace mal no evoluciona madurando.

El Valencia, la semana pasada, conquistó su propia normalidad de club hecho para competir de tú a tú contra cualquiera. Lo hizo plagado de veinteañeros, de inexpertos medio imberbes. Apenas 24 años de media, con conexiones tan jóvenes sobre el campo que más bien parecía que iban a fundar una startup en lugar de darle pautado el gol a Soler, futbolista estudiante que luce entusiasta por las bandas a pesar de la sapienza de todos los que pronosticaban que allí quedaría encastillado.

Lo mejor del arranque -y simplemente es eso, un arranque- de los hombres de Marcelino es el atrevimiento por encima de las excusas. Si el lateral tiene talento y frescura, juega, da lo mismo su escaso bagaje en la liga. Es pura vitamina para los que vienen por detrás, también es un mensaje letal contra el clasismo. Casi todas las vacas sagradas que no han justificado su pedigrí han sido suprimidas y a cambio han llegado insólitas promesas con la máscara y el hambre al frente. Es pasado, pero la infrautilización de Isco es todavía una dolorosa enseñanza de por qué se debe abrir paso a quien lo merece

Otro de las razones en contra de dar la oportunidad a canteranos y otros hombres jóvenes pasaba por señalar la escasa paciencia que tendría la grada, el riesgo de que se los zamparan vivos. Baratijas argumentales. Mestalla, como cualquier estadio, es impaciente con la falta de rumbo, es apasionado y comprensivo con sus canteranos cuando dan todo su esfuerzo. Otra normalidad conquistándose.

Esta etapa de mercados ciclados divide a los mejores equipos entre quienes generan jóvenes talentos y los rodean de lógica deportiva, frente a quienes pueden comprarlos pagando centenares de millones. Está claro cerca de qué coordenadas se sitúa el Valencia. Por puro contexto Guedes y Pereira lo tienen más sencillo para hacerlo bien que si hubieran llegado un año atrás

Escudarse en la juventud, me temo, nunca es un buen pretexto, más bien es una razón para justificar lo injustificable. Los mestalletos, en las primeras noches, lucen y arman goles entre ellos. Un feliz atrevimiento.

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