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El otro fútbol

El otro fútbol

Me sorprendió tras la primera derrota en el Coliseum Alfonso Pérez. El sábado ya no. El sábado lo entendí. La efusividad con la que los jugadores de Getafe y Eibar han celebrado tumbar al Valencia evidencia el respeto que el equipo de Marcelino había generado con su brillante arranque en Liga. En el abrazo que se dieron, por ejemplo, Dmitrovic e Iván Alejo se esconde una realidad. El vestuario armero sentía que acababa de ganarle a un grande. Precisamente por la impresionante racha desde agosto quizá habíamos pensado que el murciélago nunca perdería. Pero la realidad es otra. La realidad dice que ha encadenado derrotas como visitante ante dos clubes que se saben el otro fútbol al dedillo. Ponen el autobús, no se ruborizan a la hora de jugar directo, explotan al máximo la pelota parada y tienen la contundencia defensiva que genera el hambre de puntos. Además, si hay necesidad de enfangar el asunto y perder tiempo siempre pueden recurrir al Damián Suárez de turno. El Valencia no ha sabido entender partidos de ese pelaje. Y debe hacerlo rápido. Porque, lamentablemente, el de Ipurua no será el último de la temporada.

No tengo muy claro que fichar jugadores en el mercado de enero solvente la problemática. A menos que Mateu Alemany disponga de una máquina del tiempo con propiedades científicas para clonar a David Albelda y Amedeo Carboni haciéndoles volver a sus 27 años. Así, el vestuario tendría el plus de oficio del que no dispone de serie. Ausente Zaza, la plantilla que entrena Marcelino es, además de la más bisoña de la Liga, la que tiene menos mala leche. Para enfrentarse a equipos que dejan jugar como Real Madrid, Betis o Real Sociedad, miel sobre hojuelas. El Valencia empató en el Bernabéu y consiguió los tres puntos en el Villamarín y Anoeta. Pero todos los días no van a ser domingo. Hay que tener un plan B. Los rivales le han tomado la matrícula a Marcelino. Se encierran atrás, asfixian a Parejo y le buscan las cosquillas a Montoya.

La naturaleza no da saltos. El plantel más joven de Primera no puede convertirse de la noche a la mañana en la Lazio de las pistolas. Pero el otro fútbol también se enseña. Y puede prepararse durante la semana. Si hay que jugar directo buscando la frente despejada de Zaza, se juega. Si hay que descoser la pelota en cada despeje y dejarse de combinar en corto en campo propio, se descose. Si hay que perder tiempo con viento a favor en la segunda parte, se pierde. Nadie en el entorno se atreverá a ponerse en plan esteta. La única prioridad es ganar partidos y conseguir la clasificación para la próxima edición de la Champions League. El fin justifica los medios.

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