No debe ser fácil jugar contra genios. No debe ser fácil sobreponerse a lesiones y contratiempos. No debe ser fácil aguantar solo por orgullo y sacrificio. No debe ser fácil jugar contra uno de los mejores equipos del mundo viniendo de ser goleado por otro de los mejores equipos del mundo. No debe ser fácil jugar sabiendo que el árbitro siempre te perjudica. No debe ser fácil jugar sin gasolina. No es fácil salir vivo del Camp Nou. No debe ser fácil, resacoso del esfuerzo, rehacerse y jugar contra el Atlético de Madrid sabiendo que Mestalla ya espera para la gesta, porque diez años después, el Valencia puede volver a jugar una final de Copa.
Este Valencia, pase lo que pase, tiene mucho mérito. La temporada, salvo que el equipo entrara ahora en una fase de caída libre, va para sobresaliente. No hay que olvidar de dónde se viene. De la nada, Marcelino ha sabido construir un equipo y, cuando no lo condicionan las lesiones o las sanciones, hacer «onces» en el que juega quien se lo merece. Da igual su nombre o su coste. Porque, nada de pachangas en los entrenamientos. La máxima de que se juega como se entrena, la lleva Marcelino a rajatabla. Quien hace méritos durante la semana, que se le pregunten a Santi Mina, juega. Un jugador como Vezo, casi desahuciado a principio de temporada, el jueves rozó el sobresaliente en un escenario complicadísimo y ante toros dificilísimos de torear. La sana competitividad que se ha instalado en Paterna hace a todos y cada uno de los futbolistas mejores. Pero claro, no hay que olvidarse del rival y las circunstancias.
El domingo contra los de Simeone, Marcelino no puede reservar a nadie pensando en qué pasará el próximo jueves porque las lesiones y el hecho de contar con un banquillo cogido con alfileres lo deja tieso, mientras Valverde, ante el Espanyol de Quique Sánchez Flores, puede rotar todo lo que quiera porque esa es la ventaja de contar con una plantilla amplia. Pero es lo que hay porque no debe ser fácil...
