Uy qué pereza justificar una derrota con una patada de Sergi Roberto. De primero de manual en el hallazgo de pretextos para justificar un encuentro del que el Valencia nunca quiso salir ganando, sino tan solo escapando. Algo tenía que hacer el Barça para desbloquear un planteamiento tan experimental como el de Marcelino. Fue la manera dulce que tuvo Roberto de transmitir un mensaje: Paaam, espabilad, que hay que jugar un partido, lo hago por vosotros, no por mí.
Un lance sin importancia que tendrá a Pereira en el dique seco (maravillosa expresión) al
menos un mes. Pero tampoco hay motivo para la queja. Andresinho no estaba aportando mucho, es un jugador muy frío que solo sueña con volver a Manchester. Quién demonios le manda entrometerse en el camino de Sergi Roberto.
Sacar a pasear al colegiado para justificar un partido inoperante es digno de equipo pequeño. Jamás Madrid y Barça camuflarían sus carencias usando al árbitro. Pereira, por ser claros, se ha lesionado porque los árbitros a veces te dan y a veces te quitan. Y ya está.
¿Roja a Roberto? Es verdad que se hubieran igualado las fuerzas después de la desaparición sorpresiva de Vietto del campo, pero quién puede creer que el Valencia hubiera ganado?
Un jugador del Real Madrid, Nacho, estuvo brillante hace unas semanas al describir con perfección ante la cámara la normalidad de las relaciones arbitrales: «A veces te dan y a veces se equivocan». El error humano nos iguala a todos.
Los jugadores del Valencia mejor que se dediquen a no caer derribados contra las cámaras, mejor que no vean conspiraciones donde solo hay equivocaciones, mejor que se dediquen a jugar a fútbol.
El árbitro no es que se vea abocado a la zona del confort de no querer meterse en líos expulsando al Sergi Roberto de turno, es que para qué si el Valencia no quería ni jugar. Si es que a veces se equivocan. Y ya está.
