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El fracaso es más humano que el éxito

El fracaso es más humano que el éxito

L oris Karius no estaba listo para jugar esa final, como advierte Cañizares, porque, en realidad, hay muy pocas personas preparadas para soportar la presión de una Champions o de un Mundial de fútbol. Me dijo Didier Deschamps, antes de perder con el VCF la Champions de 2001 ante el Bayern, que una final no hay que empezar a jugarla con días de antelación porque cuando llegas al momento de la verdad, estás exhausto. Eso le sucedió al Valencia, que cambió los hábitos para las dos finales y acabó superado por la tensión.

Solo los elegidos despliegan toda la energía en el instante justo. Y de ahí el secreto de Zidane y de quienes le han seguido en este triplete de Copas de Europa consecutivas para el Real Madrid: la naturalidad para disputar los partidos decisivos.

Guardiola o Mourinho estarían bajo palio de haber ganado tres Champions seguidas, pero a a Zidane se le despacha con un despectivo «es un buen gestor de grupo», como si fuera un aspecto menor.

La Champions del sábado demostró la hegemonía del fútbol español y desperezó el hambre por el Mundial de Rusia (del 15 de junio al 15 de julio).

Tres serán tan solo los representantes 'valencianos' en la cita más importante cada cuatro años. Por una parte, el delantero valencianista Rodrigo, en el imaginario colectivo tras haber conquistado el corazón del valencianismo no solo por su juego sino por el simbolismo de sus gestos: las dedicatorias de sendos goles a Jaume Ortí y al hijo de Cañizares.

Y por otro lado, el árbitro Mateu Lahoz y su asistente Pau Cebrián, rumbo este domingo a Rusia con la ilusión de dirigir en su primer Mundial. El fracaso es más humano que el éxito, aunque haya que estar preparado para los dos. Por si acaso.

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