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Dejadnos dudar en paz

Dejadnos dudar en paz

Este septiembre tormentoso, con regusto a plomo, está cobrándose una víctima principal: la duda. Las opiniones categóricas se revuelven como manera de aparentar que todos lo tenemos clarísimo y sabemos qué le pasa a un grupo que, por otra parte, ya acostumbró en su primer año de marcelinato a combinar ciclos eufóricos con estados de congestión futbolística. Estamos en lo segundo.

Desde que la Juventus ganó en Mestalla como un prestidigitador que te engaña sin poder adivinarle ni tan solo un movimiento, la caterva de sentencias muestra que lo que nos sucede es que no sabemos ni por asomo lo que nos ocurre. Sería deseable que ese desconcierto no lo sufriera también el cuerpo técnico, cuyas reacciones verbales pasan más por enrocarse y apelar al trabajo que por diagnosticar exactamente el problema.

Hay un mal en el software, el soporte lógico del sistema huele a chamuscado. Quizá se soluciona con trabajo, pero fundamentarlo solo en ello ahondará la frustración. Parecería que el grupo se acostumbró a respirar solo por la boca y cuando se la tapan es incapaz de oxigenarse. La falta de un plan B es el principal debe del entrenador hasta el momento.

Duda, dudas. La seguridad adquirida desde el primer tramo de la temporada pasada se ha descompuesto al punto de encontrar en la lona a un Valencia que se ha olvidado de competir, aguerrido como era. Y ante ello la incomprensión, interna y externa, una suerte de descompresión que nos trae de la euforia a los malos augurios sin solución de continuidad.

Quienes pronosticaban que ésta era la mejor plantilla de nuestra década -no es mucho decir- le rebajan la calificación al subsuelo solo tres semanas después. Quienes callaban, sacan la guadaña arribista cobrándose la euforia a golpe de venganza. Y ni la plantilla es del montón (el Valencia tiene más jugadores diferenciales que en mucho tiempo) ni hubo en verano razón para practicar la amargura preventiva.

Reconozcamos que estamos aquejados por la gran duda. Me temo que no solo los aficionados. Asumamos la falta de respuestas. Menos opiniones categóricas y más dudas.

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