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Título de liga para las Bodas de Plata

Pasieguito merece página entera por los muchos méritos que acumuló en el terreno de juego y en los despachos

Título de liga para las Bodas de Plata

Las Bodas de Plata se celebraron con nueva conquista de la Liga y finalista en Copa. La temporada anterior, la de 42-43, fue cierta frustración porque el equipo campeón no pasó del séptimo puesto de la competición de la regularidad. En la Copa cayó en las semifinales y esta vez el verdugo fue el Athletic de Bilbao. Fue una temporada en la que no se justificaron los resultados teniendo en cuenta de dónde se venía y las cualidades de la plantilla. Pero aquello fue un bache. Se salió del mismo con prontitud y con notables triunfos. Otra vez en la 43-44 volvieron los éxitos a Mestalla. El séptimo lugar de la 42-43 se cerró con 56 tantos a favor y 25 en contra.

Luis Colina aportó a la plantilla a varios jugadores que en principio no fueron decisivos, pero algunos acabaron siendo santo y seña del valencianismo. Entre los nuevos llegaron el valenciano Salvador Monzó Cros y el guipuzcoano Bernardino Pérez Elizarán, Pasieguito. Ambos hicieron historia en la sociedad futbolística y valenciana. Pasieguito fue jugador, entrenador, secretario técnico y valencianista hasta su muerte.

Su implicación con la tierra que nunca abandonó, aunque como entrenador viajó por varias ciudades, fue la de un valenciano más. Los dos equipos más importantes que dirigió, al margen del Valencia, fueron etapas importantes en su historia. Ello le llevó a construir un equipo de Primera con el Sabadell en el que incluyó a Pepe Martínez en la portería, Alberto Arnal en la defensa y para el ascenso echó mano de miembros del juvenil valencianista, campeón de España, como Cabello y Noverges. De su mano también llegó a Primera el burrianense Tejedo, que había sido juvenil del Villarreal. Guardameta suplente esos años fue José Manuel Romero Ferrandis, quien comenzó su andadura en equipos de aficionados de València y en uno de ellos fue compañero del escultor Nasio Bayarri.

Pasieguito merece página entera por los muchos méritos que acumuló en el terreno de juego y en los despachos. Su llegada al club tuvo también historia porque pertenecía a la Real Sociedad y su fichaje por el Valencia tuvo, como paso previo, la solución de un problema contractual. Fue, tras Eizaguirre, la segunda edición de un contrato complicado. Salvador Monzó, del barrio de Ruzafa, en el que encontró a su esposa, Aurora Garzón, fue el alma de un equipo en el que, primero como medio volante y posteriormente como defensa central, participó en los mejores años del club en lo que se refiere a victorias. Su última Copa fue la que recogió de 1954, en Chamartín, en la que el Valencia derrotó al Barcelona por 3-0. Voro, como era conocido, participó con Pasieguito en el fichaje de Mario Alberto Kempes. Monzó viajó a Buenos Aires donde halló compañía en Pepico Garzón, primo de su esposa. Monzó y Pasieguito sostenían la teoría de que, además de las condiciones futbolísticas del jugador al que pretendían fichar, era preciso conocer su personalidad, sus hábitos, sus comportamientos.

Pasiego renunció a más de un futbolista al conocer sus irregularidades personales. Pasiego entrenó al Granada y recibió en Barajas al argentino Aguirre Suárez al que, durante el camino, trató de adoctrinarle para que dijera que su padre era de Pamplona. Era la época del los falsos oriundos. Aguirre Suárez, en la conferencia de prensa, cuando un periodista le dijo «así que su padre es navarro», respondió: «De navarro nada, de Pamplona». Aquella temporada 42-43, tuvo los fichajes del internacional madridista Lecue, el sevillista Salustiano y el canario Elzo, que procedía del Castellón. Los dos últimos pasaron sin dejar huella. Tal vez la noticia que pasó inadvertida fue la baja que el club concedió a Gaspar Rubio, que en su segunda etapa no lució y su despedida no tuvo relevancia. La temporada comenzó con la huida del entrenador Ramón Encinas con el que el club había vivido grandes momentos. Tuvo que ser relevado por Leopoldo Costa Rino quien tuvo como consejero a Eduardo Cubells. Para la siguiente temporada llegaron al club el vasco Higinio Ortúzar, procedente del Athletic de Bilbao y Vicente Hernández, Valensianet, que fue figura en el Castellón de Primera junto a Basilio.

La 43-44 fue campaña memorable. En las imágenes de los campeones todavía manda el cupo vasco. En el mismo figuran Eizaguirre, Juan Ramón, Ortúzar, Iturraspe, Lecue, Epi, Mundo, Igoa y Gorostiza. En la foto en la que se exhibe el trofeo están junto a los nueve vascos, el gallego Álvaro y el valenciano Amadeo, el entrenador, Eduardo Cubells, y, naturalmente, el presidente del club, Luis Casanova Giner.

En mi memoria de niño al que asustaba el gran ruido de las grada Sur de Mestalla aún está en el recuerdo una alineación que nunca he olvidado: Eizaguirre: Álvaro, Juan Ramón; Ortúzar, Iturraspe, Lecue; Epi. Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza. En aquellos años los niños aprendíamos de carrerilla las alineaciones y además tuve la manía de recitar los treinta y tres Reyes Godos. Aquel Valencia, en todas las fotografías oficiales, en todos los momentos decisivos, vestía camiseta y calzón blanco y medias negras con vuelta blanca. ¿ A qué viene cambiar lo de merengue por blancinegre?

No pudo haber mejor celebración de las Bodas de Plata que la segunda conquista de la Liga y nuevo subcampeonato de Copa. La temporada comenzó con la victoria en Atocha frente a la Real Sociedad (2-4), con tres goles de Gorostiza y uno de Mundo. Éste, que había sido máximo goleador en la temporada 41-42, fue superado en la siguiente por el barcelonista Mariano Martín, pero recuperó el título de mejor artillero en la 43-44. En ambas ocasiones marcó la cifra de 27 goles.

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