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Espérate a la vuelta

Espérate a la vuelta

Al acabar el partido de Londres las conclusiones generales fueron muy coincidentes: solo viraron entre los que consideraron que la noche había sido similar a un naufragio, un verdadero gatillazo, frente a los que estuvieron a punto de sacar el matasuegras y celebrar que el 2-1 era un buen resultado€ y que total, el tercer gol llegó ya en las últimas.

A todos en realidad nos sucede lo mismo: el desconcierto. Ante el desconcierto, reacciones desconcertantes. «Espérate a la vuelta», ondeamos como una superstición. Cuando se muestra la cubierta agujereada de un equipo haciendo aguas, como una ristra de ajos aparece el «espérate a la vuelta».

La vuelta, para este Valencia in extremis confiado en el hábito de sus gestas, representa una justificación, una excusita. Pero no alivia el golpetazo. La creencia en el coraje del equipo no matiza el trompazo de una ida que resultó incomprensible. Al equipo previsible y de constantes fijas se le somete a todo un shock de cambios en una de las veladas más decisivas de su historia como grupo. No tiene que ver con el descuido, sino justo con lo contrario: una investigación tan cuidada del partido que llevó a querer ganarlo con un golpe de pizarra. Querer hacer de la fuerza y la salida rápida la mayor contención para un rival que con calles libres resulta letal.

Pero la incomprensión -contra nosotros mismos- aumenta si el partido se ve solo los primeros 20 minutos. Cualquiera adivinaría con en ese fragmento que el Valencia se iba a llevar la victoria, que el planteamiento había descolocado al Arsenal, que el Valencia repleto de defensas fluía ofensivamente como un primor, que los ingleses estaban desbordados. ¡Qué baño está recibiendo el Arsenal!, se leía a esa hora.

Más incomprensión. Se aprovecha la presencia de un par de pavos con la camiseta del Valencia para denigrar a la afición, maximalismos facilones mediante. El Valencia promete hacerlos a un lado e investigar si hubo provocaciones. Qué más da lo que lo causara. Por pura decencia deben quedar fuera.

Para todos los demás, queda la vuelta. Este Valencia tiene la habilidad de desconcertar a los que ya se creen ganadores.

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