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Cuando todo sabe a poco

Cuando todo sabe a poco

El periodista Aitor Lagunas escribía esta semana el epitafio de la rutina: «Al PSG no le basta con ganar la liga. Como a la Juve. Al Bayern un doblete liga-copa le sabe a poco. Como al Barça. Los 4 podrían cambiar de entrenador este mes. La pérdida de peso de los méritos domésticos es notable: la Superliga ya existe en la lógica de los grandes».

La emancipación de la continuidad. El sopor ante el hábito de la jornada a jornada. Las ligas comienzan a generar insatisfacción. Sobre todo si las ganas. En esa lucha tan monstruosa por unas expectativas más grandes que nunca, los clubes alfa sienten desazón cuando levantan la Liga después de toda una temporada de dominación. ¿Era esto?, ¿solo era esto?, terminan preguntándose. Cualquier temporada, tras ganar Champions, Liga y Copa, terminarán sintiendo que es poca cosa. «Sí, sí, pero se nos escapó la Europa League».

El recorrido en corto somete a la misión larga. Ver celebrar al grupo de no descendidos, con ceremonias tribales en el vestuario, tiene más que ver con haber salido vivos de la Copa por el Descenso -la competición celebrada en las últimas cinco jornadas- que por el reconocimiento a toda una Liga vivida entre terribles dolores. «Som de Primera», gritaba el Vila-real como pellizcándose.

El cruce entre las expectativas y la histeria por el resultado a la corta es deudora de un estado anímico que necesita de inmediatez y de un 'timeline' refrescado al minuto.

Por eso, ante todo esto, el placer vertiginoso de convertir una temporada camino del desahucio en una cuarto puesto con aspiraciones coperas. Una pequeña resistencia. «No nos flipemos, el Valencia debe ser cuarto, es su lugar natural», argumenta alguna cuadrilla rebajando cualquier mérito. ¡Pero qué lugar natural! El lugar natural de este club, por sus deméritos societarios, era el arrastre. Recomponerlo es el tránsito por el carril correcto. El cuarto puesto basta, claro que basta. Y por supuesto que, dado un buen momento, dejará de bastar.

Entre tanto, bravo por un equipo que tuvo apetito cuando nadie tenía hambre.

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