Santi Mina deja su huella en el valencianismo. Está el legado deportivo, que apunta a un delantero con una voluntad, trabajo y compromiso indiscutibles, que siempre asumió un rol secundario de revulsivo y con unas buenas estadísticas a pesar de la etiqueta que le acompañó de no ser el atacante mejor dotado técnicamente. El jugador vigués fue creciendo año a año, trabajando «como una hormiguita» como definió Marcelino hasta hasta marcar 42 goles en 149 partidos oficiales.

El otro recuerdo es humano. Su entrega incondicional sobre el terreno de juego le granjeó el respeto de los aficionados y el cariño y el carisma entre sus compañeros, que ayer dedicaron mensajes de despedida al jugador.

Mina se despidió de la afición a través de Instagram con este mensaje: «Después de 4 años ha llegado el día de despedirme de todos vosotros. Gracias por todos los buenos momentos vividos, que me han hecho crecer como persona y futbolista. Cada domingo que saltaba al césped de Mestalla me he dejado todo lo que tenia dentro, por eso, hoy me despido con la cabeza bien alta. Agradecer a todos mis compañeros y a la afición por el cariño que me han dado desde el primer día, así como a los cuerpos técnicos y todo el personal del club , que siempre me han brindado una sonrisa. Siempre estaré orgulloso de haber pertenecido a este club y poder haber conseguido los objetivos, entre ellos mi primer título, que nunca olvidaré. Os deseo todo lo mejor. Amunt».

Más sentida todavía fue la carta que Mina dedicó a Jaume Doménech, uno de sus mejores amigos: «Amigo, hermano. Demasiado duro pensar que no voy a verte todas las mañanas con esa sonrisa. Gracias por enseñarme, ayudarme, aconsejarme. Sin tu ayuda y tus consejos, hoy estoy seguro que no sería la persona que soy. Gracias por tus enfados conmigo cuando hacía las cosas mal y gracias por alegrarte cuando nos salían bien. Sigue peleando por tus sueños, siegue siendo como eres con esa personalidad única y sigue siendo feliz como lo fuimos estos cuatro años juntos. Gracias a tu familia y amigos por acogerme como si fuese uno más desde el primer día».