Queda una semana, el mercado está abierto y el futuro de Rodrigo, también. Eso es lo que transmite el club. Se dibujan distintas posibilidades. Puede continuar, claro. Pero entre las opciones más crudas está que salga el delantero y que no haya más fichajes. Marcelino perdería un futbolista básico, difícil de reemplazar por estatus e indispensable por rol. Su influencia se hace evidente cada vez que falta o desaparece. Como sucedió durante la primera hora de partido en Balaídos. Rodrigo no tiene recambio en la actual plantilla, no hay otro atacante capaz de activar la segunda punta. El internacional español es el eje articulador del ataque. Maxi y Gameiro -por ejemplo- son otra especie de delanteros. Rodrigo conecta la zona de creación y la zona de finalización, conduce el ataque rápido y llega a zona de remate.

La delantera está proyectada para mezclar a Rodrigo con cualquiera de las otras opciones. Lo más parecido es Guedes y tampoco. Kang In es mediapunta, pero no tiene esa carrera, en los dos sentidos. Marcelino estaría obligado a reajustar la forma de atacar y acoplar funciones.

Los responsables están obligados a medir el impacto de su salida a corto plazo. Gameiro y Maxi se declaran compatibles, son distintos en acabado, pero comparten misión: finalizar. En una planificación ideal, lo lógico sería tener ya en plantillla un repuesto para Rodrigo, como Guedes tiene a Cheryshev o Kondogbia tiene a Coquelin. Rodrigo es un caso excepcional, como sucede en el centro del campo con Parejo. Dos jugadores importantes y dos jugadores sin sustituto. Por eso, su venta potencial advierte una merma significativa. Claro que abre espacio para talentos emergentes, claro que el entrenador tendría que hacer de entrenador, claro que todo eso supone un riesgo. El fútbol y la acción subrayan la realidad. Rodrigo firmó 19 goles en la primera temporada de Marcelino. En la segunda se estabilizó en dobles cifras: 15 goles más 10 asistencias.

Correa y el Milan como llaves

A estas alturas, el mejor refuerzo sería quedarse con Rodrigo. Encontrar una alternativa no es sencillo. Así lo entiende Marcelino, pero el mercado anuncia el peligro. El Atlético de Madrid aguarda el momento para culminar la operación que arrancó hace unas semanas. El triángulo Madrid-València-Milán está lleno de nudos y de verdades. Es cuestión de piezas, espacio y números. Ángel Correa tiene una de las llaves. El deseo del argentino es cambiar el rojiblanco por el rossonero. No es hombre por hombre, pero en el Metropolitano tienen que ceder y el Milan tiene que acercarse a los 40 millones, que tienen un interés: Rodrigo. El Milan también tiene que hacer caja para invertir. Uno de los transferibles es André Silva, delantero portugués por reflotar que tuvo un primer tramo de temporada notable en el Sevilla. No es fácil encajar las piezas. Frederic Massara, director deportivo del Milan, agitó la partida en la previa del choque ante el Udinese: «Es una opción impulsada por la prensa y su deseo de fuegos artificiales. Queremos hacer compras funcionales, las hemos hecho y estamos contentos con nuestra plantilla». Postureo... En los próximos días habrá novedades.

El puzle es evidente. La plantilla necesita un atacante en plenitud y con las características de Rodrigo. No vale cualquier delantero. Como ha cristalizado -para bien y para mal- en otras etapas y con otros futbolistas principales, el problema no es vender, el problema es vender y no acertar con el recambio. El caso del delantero se ha convertido en principal dentro de la crisis de gobierno. Del despacho al terreno de juego: en la primera jornada pasó de estar traspasado a ser titular. Las dudas sobre su estado ánimico y emocional llevaron a Marcelino a dejarlo en el banquillo en Balaídos. La incertidumbre alargada en el tiempo ha tomado forma de agonía.