Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cuando Celades lo encuentre

Celades, pensativo ayer por la mañana en Paterna. j.m. lópez/sd

Creo que, todavía, no hemos escrito de Celades. Algunos latigazo jocosos a propósito de su entrada apocada, de si sonríe o de si no tiene rostro de malote en unas ruedas de prensa donde, de haber mediado otra actitud más ruda, hubiera sucumbido bien pronto. No haber escrito sobre Celades es una consideración moral frente a un mandato con menos de 100 días en el cargo.

El semi andorrano, con ese aroma de contrato a prueba, colgado de un traje con la etiqueta por quitar, ha hecho una contribución que por silenciosa no debe disminuirse. Ha calmado, como el ungüento que desatranca las vías congestionadas. Tan apaciguado que ni genera polvareda cuando toma decisiones bruscas como relegar a Guedes. Su riesgo, acabar proclamado bon xic del reino.

En ese duermevela de las primeras semanas, la encrucijada de decidir. El Celades inicial pareció entregado a la cruzada de un cambio progresivamente profundo, agitando el ataque como unas maracas, desguarneciendo el resto, en una versión tropical desacostumbrada. La realidad, o la imposibilidad, le ha hecho ir retrocediendo con San Mamés como meridiano perfecto. Corre el peligro ahora de querer enmendar lo que previamente descosió.

Del pertinaz trivotito a la gran coalición defensiva, el movimiento a bandas del entrenador sucumbe ante lo indeterminado. No ha caído el equipo y, por lo general, sigue dando la cara en escenarios diversos, con Londres, Bilbao o Madrid como emblemas.

Frente a rivales muy móviles, un poco cangrejos. Ante equipos replegados, un equipo con grumos al que le cuesta liberarse. La acción de Celades parece más una suma de planes parciales en lugar de un plan general.

Su buen talante le ha procurado una plantilla todavía despierta, proclive. Ha abierto posibilidades que se escapan del libreto de hormigón de Marcelino, nuevas oportunidades de expresión para un posible equipo camaleónico capaz de afrontar con eficacia escenarios contrapuestos.

Pero hasta ese idílico momento, la indefinición aguda con un gran temor: acostumbrarse a un equipo sin mayor intención que el oportunismo de no caer.

Compartir el artículo

stats