La Marina Real Juan Carlos I del puerto de Valencia tiene ocupados 450 amarres de los cerca de novecientos de que dispone frente los 30 que tenía alquilados en enero de 2008, cuando la empresa organizadora de la Copa del América (ACM) devolvió gestión de estas instalaciones al Consorcio Valencia 2007. En base a este dato, la ocupación se ha multiplicado por quince.

Con este crecimiento, el número de amarres alquilados en la dársena se sitúa por encima del 50% de su capacidad. Todo a pesar de que todavía no se ha producido la cesión definitiva de la dársena por parte de la Autoridad Portuaria. Fuentes de la Marina Real apuntaron ayer a Efe que la demora en la cesión definitiva de la dársena a la ciudad "coarta" y limita la actividad. Entre otras cosas, impide la venta de amarres, como hace cualquier club náutico, lo que supondría un importante ingreso.

El Consorcio ha firmado un convenio con la Agencia Tributaria para el cobro de morosos. El órgano gestor de la marina echa mano así de una herramienta potente para cobrar los impagados asociados a la explotación de los edificios de la Copa del América, como restaurantes, amarres, aparcamiento y tiendas.

Puerto para 16 megayates

De los 450 amarres alquilados, dieciséis corresponden a "megayates" que usan como base invernal el puerto de Valencia.

Los responsables de la marina ven "injustas" las críticas a la dársena por la falta de actividad, ya que en 2010 ha tenido actividad todos los fines de semana y ha acogido acontecimientos como la 33 Copa del América y el circuito RC 44, entre otros. La actividad de la marina no se puede comparar con la de 2007, "cuando en la dársena no había nada", señalaron a Efe las mismas fuentes.

La farragosa tramitación administrativa está demorando más de lo esperado la entrega de la dársena y por tanto la explotación de las instalaciones de la Copa del América de las que debe salir el dinero para devolver el crédito de 400 millones del ICO con el que se pagó la transformación de la dársena.

La APV dice que no hace falta la cesión definitiva para empezar a explotar el recinto con lo que da a entender que la infrautilización del espacio no es responsabilidad suya.