Gran parte de los más de cien colegios de Valencia celebraron ayer, último día de clase antes de las minivacaciones falleras, actos festivos que incluyeron pasacalles, ofrendas y, sobre todo, "cremaes", pues las fallas escolares son una actividad en auge en la que se impone el aspecto lúdico y didáctico sobre los recortes que pesan sobre Ampas y directivas.

Paradigma de todos ellos, ayer, por ejemplo, celebró su jornada festiva el colegio Niño Jesús de Valencia, que desde hace veinte años implica a sus más de seiscientos alumnos en el proyecto "Nuestra Falla escolar". Público, concertado, con residencia, con niños de integración y representante de casi todas las modalidades educativas posibles, este año ha dedicado su falla a los sueños.

El remate dedicado a la figura de Martin Luther King y a su famosa frase "he tenido un sueño" ha inspirado los mensajes de 150 escolares y ha poblado una falla participativa, a la que los más pequeños han aportados sus "nubes" y los más mayores escenas de su imaginario literario o cinematográfico.

Ayer ese sueño se desvaneció bajo las llamas o se instaló en la memoria de los escolares, según se mire. Eso es exactamente lo que se persigue con esta idea, que de una forma más o menos intensa se repite en muchos otros centros de la ciudad.

El concejal de Educación, Emilio del Toro, que cada año visita este singular colegio durante su jornada fallera, aseguró que las fallas "tienen muchísima presencia en los centros educativos" y que va a más. "La cultura, afortunadamente, se va potenciando y eso se ve también en los colegios", dijo. "Los docentes se encargan de mantener la tradición porque es una reivindicación de los alumnos y una actividad colegial. Y nosotros los apoyamos para que la tradición continúe muchos años", concluyó.