La comunidad hinduista y, sobre todo, el presidente del Templo Hindú de Valencia, Swami Omkarananda, se dan por satisfechos con la secularización que hicieron los falleros de Ceramista Ros de su monumento sobre los dioses de la religión de Shiva antes de quemarlo. Omkarananda, que se arroga el papel de «mediador» en la polémica, pide respeto a todas las religiones en las futuras fiestas falleras. «O nos respetamos, o no podremos convivir», apuntó.

Omkarananda fue la persona, en nombre del Templo Hindú Sivananda Mandir y el Centro Cultural Indio, que solicitó el amparo de la delegación del Gobierno y de la Embajada del país asiático para que no se quemaran los monumentos con simbología y representaciones religiosas. Fue la persona que negoció con la Junta Central Fallera y los directivos de la comisión Ceramista Ros y quien dio el visto bueno, junto al notario, de las «mutilaciones» hechas en el monumento de cartón piedra. Con su validación se pudo iniciar la «cremà» de la falla, no sin las críticas de muchos de los asistentes que consideraron «un chantaje» la actitud de determinados seguidores de Shiva.

«Podía haber ocurrido una tragedia, pero al final se han impuesto las partes moderadas y no los radicalismos y las emociones ultraderechistas», aseguró el hinduista. Swami defendió que el pacto alcanzado con la falla es un ejemplo de «respeto mutuo» y recordó que existen cosas «sagradas» en todas las culturas que no se pueden profanar.

Sobre si a partir de ahora esta decisión de la comisión Ceramista Ros puede afectar a monumentos falleros de próximos años y a sus temáticas, Omkarananda defendió que «todo juego tiene sus reglas y se tienen que establecer normas de convivencia para poder estar juntos». Aseguró que los musulmanes también hubieran protestado si alguna comisión pudiera haber llegado a ofenderles. El hombre pidió comprensión a su religión y apuntó que es algo similar a la bandera de España. «Yo daría la vida por la bandera de España pero no deja de ser un trapo. En la India hay símbolos que también son sagrados», argumentó.

Omkarananda aseguró que la denuncia no fue «para hacerse publicidad», sino porque hay que ir con «mucho cuidado» en determinadas situaciones. «Una imagen o un video da la vuelta al mundo en cinco minutos y se puede malinterpretar», añadió. «El valenciano es un pueblo culto, que creo entenderá nuestras reclamaciones», manifestó.

Por su parte, desde la delegación del Gobierno explicaron que a ellos les llegó la denuncia sobre los motivos religiosos de la falla y que se limitaron a garantizar la seguridad y a mantener el orden público. Cabe recordar que media docena de furgones con sus respectivos agentes antidisturbios estuvieron controlando la zona de Ceramista Ros durante la noche de la «cremà».

Por su parte, desde la embajada de la India en España no dieron ninguna opinión sobre los hechos ni mostraron su parecer. La comunidad hindú en Valencia sí que se puso en contacto con su diplomacia en Madrid, aunque no ha trascendido ninguna gestión entre gobiernos.

La comunidad hindú no tenía ningún problema con el monumento en sí, lo único que les molestaba era que los símbolos religiosos fueran quemados. El propio Swami explicó que los ninots sobre sus dioses estaba muy bien hechos y que eran exactamente iguales a los que adoran en sus templos. Una vez retirados todos los símbolos que pudieran mostrar cierto parecido con sus divinidades, la quema se pudo hacer sin miedo a ofender a nadie. Al final, se abrasó un elefante.