Las fuertes lluvias que sacudieron la ciudad de Valencia a primera hora de la mañana echaron por tierra la celebración del Día Sin Coches, que ayer puso colofón a la Semana de Movilidad Europea.

«Todo lo contrario, hoy [por ayer] es uno de los días con más coches en la calle», asegura a Levante-EMV un agente de la Policía Local, de servicio en la calle Colón. «Es una pena, pero la lluvia provoca que la gente coja su vehículo para salir de casa, llevar a sus hijos al colegio...», continúa este agente, mientras la céntrica calle está abarrotada de automóviles con el limpiaparabrisas encendido. Algunos de estos conductores admiten que no sabían que se celebraba tal evento ayer; otros sí, pero «es más cómodo cuando llueve», dice un conductor al volante mientras espera el semáforo. Tampoco los taxtistas notaron la celebración del día: «yo creo que por una mezcla de todo; porque la gente no lo sabe y porque con el mal tiempo siempre tenemos más faena».

El objetivo del Día Sin Coches, que impulsan cada año todos los países miembros de la Unión Europea, es incentivar a los ciudadanos para que no utilicen sus automóviles y se deplacen a través de medios alternativos, como autobús, metro, travía o bicileta. Es una estrategia para llamar la atención a la sociedad sobre la importancia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, que en cualquier ciudad, provienen principalmente de los coches. Por eso, ayer en Valencia el servicio de autobuses de la Empresa Municipal de Transporte (EMT) y el de Valenbisi fueron gratuitos todo el día, mientras que el de metro fue el domingo.

Más viajeros que un día normal

Según EMT Valencia, pese a la lluvia, ayer se beneficiarion del servicio gratuito unos 3150.000 viajeros, cuando la media de un día normal es de 265.000, y supera las cifras del año pasado.

Sin embargo, con respecto a otros días, varios conductores de autobuses atestigüan que transportaron a menos usuarios, aunque el servicio fuera gratis. Eduardo, por ejemplo, de la línea 19, explica a Levante-EMV que muchas personas mayores no salieron ni de sus casas por las fuertes lluvias. «No hay más pasajeros que otros días», dice rotundamente. Los conductores también coinciden en señalar que muchísima gente no se había enterado. Por eso, para evitar que los usuarios pasaran el bonobús o el abono, taparon con bolsas de plástico las máquinas.

En cualquier caso, las anécdotas del día fueron de todo tipo. Desde turistas que, sin idea de castellano, insistían en pagar porque no entendían lo que ocurría, hasta los precavidos que preguntaban primero para confirmar el «rumor» de que era gratis. Incluso los confundidos, como Carlos, que a las siete de la mañana tuvo que pagar, y a las doce no. O estudiantes como Clara, Marta, Raquel y Rafa, que ayer no tuvieron que correr para ir de una clase a otra: «nos ha venido genial, porque hoy en vez de ir en coche, que es un gasto, o corriendo con la lengua de fuera, vamos en el autobús para ir de una facultad a otra», aseguran. También los que se enteraron por este periódico en la parada del autobús de que iban a ir gratis al trabajo. «Ojalá fuera siempre gratis, o más barato», reivindica Isabel, que viaja cuatro veces al día.