Que nadie se equivoque. La campaña electoral ha comenzado. Todos los argumentos, noticias, paseos, fotos, abrazos y besos que den algunos políticos a partir de ahora serán para convencer de sus virtudes y de que sus pecados son veniales. Esos políticos no cuentan con que la ciudadanía es más inteligente de lo que creen. Quiere que los que han mandado se vayan, que los que gobiernen, dejen de manejar las instituciones como si fueran suyas y la ciudad de su propiedad, que lo hagan profesionalmente, con conocimiento de causa, con sobriedad.

Esta es la decisión que han de tomar las personas en mayo próximo. Valencia es una ciudad con una historia envidiable durante siglos, fue capital de la República y fue castigada por ello, que reclama tener su propia identidad sin necesidad de compararse ni competir con Madrid, Bilbao o Barcelona. Necesitamos saber que podemos ser una ciudad que se tenga en cuenta siendo una ciudad mediana como lo son otras ciudades de tamaño similar como Turín, Marsella, Leeds, Fráncfort, Hanóver, Oporto. Todas estas ciudades no quieren ser ciudades más grandes, sólo quieren ser ciudades que sirvan a sus ciudadanos, ser conocidas por sus éxitos y no por sus fracasos, por su riqueza no por su pobreza, por su buena gestión y no por los casos de corrupción. Pero lo que les identifica es que todas ellas tienen un relato propio. Valencia debe construir un relato propio, después de un paréntesis de cuarenta años de dictadura, a penas de una década de gobierno progresista y veinticuatro de desgobierno de la derecha.

Se ha pretendido convertir nuestra ciudad en un destino turístico a costa de lo que fuera, forzando ese objetivo con edificios emblemáticos y costos. Pero los símbolos no se construyen de la nada, ni se sustentan en edificios vacíos, ni en renombrados arquitectos, ni en actividades deportivas puntuales, alejadas de nuestra forma de vida. Los símbolos se construyen con el tiempo y sobre todo con actuaciones públicas y privadas que identifiquen, previamente, un relato de ciudad. Somos y queremos ser una ciudad de tamaño mediano, que pueda ser paseada en poco tiempo, que podamos llegar a sus límites para encontrarnos fácilmente con los espacios abiertos que nos rodean. Queremos ser una ciudad limpia, en su suelo y en su atmósfera. Una limpieza que implica no sólo quitar la suciedad de nuestras calles, sino también potenciar la condición de ciudad verde que reduzca sus impactos sobre el medio ambiente, con políticas activas de rehabilitación urbana, de producción energética verde, de reducción de aquellas actividades que consumen energías fósiles. Y una limpieza que alcance, por supuesto, la gestión municipal y a los negocios que se desarrollan en ella.

Queremos ser una ciudad rica pero cuya riqueza no se dilapide en cosas que no necesitamos sino en que las personas disfruten de esa riqueza cotidianamente gracias a las inversiones en educación, sanidad, servicios sociales, limpieza, espacios públicos, movilidad y accesibilidad. Una ciudad rica, en la que ser pobre no sea una condena sino una circunstancia superable. En la que quedarse en el paro no sea un castigo sino una oportunidad para hallar otro trabajo con la ayuda de las administraciones.

Somos y queremos ser una ciudad universitaria en la que las relaciones con las universidades públicas, que articularon durante siglos la vida ciudadana, tengan mayor participación en el devenir y las decisiones de su ciudad.Las universidades públicas tienen en su nombre a la ciudad, porque son ciudad. Generan riqueza, conocimiento, imagen, proyecto, relato, y sus cien mil alumnos, sus miles de profesores y las decenas de miles de estudiantes e investigadores de otros países que pasan por nuestra ciudad, articulan una forma de vida en muchos barrios. La vida estudiantil para Valencia es mucho más que una anécdota. Forma parte de la historia y del futuro junto a la actividad científica de los institutos tecnológicos y centros de investigación que el nuevo gobierno municipal ha de potenciar poniendo a su servicio infraestructuras y recursos para atraer más actividad científica, investigadora, intelectual y convertirnos en lugar de encuentro de congresos, seminarios y actividad investigadora. Estos serían unos de los elementos del nuevo relato de Valencia. Nuevo relato para ilusionar a la ciudadanía y no sólo para convencerla.