El Museo Nacional de Cerámica González Martí, dependiente del Ministerio de Cultura, prepara una exposición con fondos de la fábrica Ceramo de cuya fundación se cumplen ahora 130 años. La antigua fábrica de peculiar estilo neomudéjar y ubicada en la avenida Burjassot, en el barrio de Benicalap, está siendo objeto de un proyecto de investigación sobre patrimonio industrial del Instituto de Patrimonio Cultural, dependiente también del ministerio que dirige Ignacio Wert, y cuyos resultados se han empezado a dar a conocer. La idea, según explicó el director del museo González Martí, Jaume Coll, es que la exposición, en la que se podrán ver los fondos que el museo guarda en sus almacenes de la fábrica, entre ellos piezas de cerámica, paneles restaurados, catálogos de obras y el equipamiento industrial, se inaugure en un año.

La exposición para reivindicar el patrimonio de la antigua fábrica de mayólicas, que cerró sus puertas en 1993 se ubicaría en la sede del museo, en el Palacio del Marqués de Dos Aguas, que está pendiente de ampliación. De hecho, en 2008 se barajó la posiblidad de que la Ceramo se destinase a la ampliación del museo. El elevado precio que pedían los dueños de la fábrica hizo decaer la propuesta. El ayuntamiento expropio el año pasado la fábrica, que en el PGOU está destinada a uso dotacional salvo una parcela en la parte de atrás donde podrán construirse viviendas. De momento, el consistorio no le hadado uso. La investigación sobre la historia de la fábrica, en la que el museo de cerámica lleva trabajando dos años, ha permitido descifrar la inscripción que figura en la entrada de la fábrica así como afinar en la fecha de la fundación de la industria y en la enigmática figura de su impulsor. Los responsables del museo han recopilado testimonios de antiguos trabajadores y personas vinculadas a la fábrica, situada en lo que fue el camino nuevo de Burjassot. Entidades ciudadanas como el Círculo por la Defensa del Patrimonio colaboran en la investigación que ha incluido la grabación de un documental sobre el edificio.

Según los investigadores del González Martí, existen más sombras que luces sobre los orígenes de la Ceramo. Según uno de los testimonios recabados, los impulsores de la fábrica fueron el ebanista José Ros y Surió (1841-1928) y su yerno, el escultor Francisco Pallás. Como fundador de la fábrica también aparece un enigmático «señor Urgell» que ha sido identificado como Julián Urgell y Pubill, un personaje que según ha investigado Elvira Mas, aparece en el padrón de 1894 afincado en el mismo edificio de la Ceramo. Ros y Urgell solicitaron un permiso en 1888, lo que indica que la fecha de construcción sería posterior y 1885 sería el del comienzo de la actividad.

Los investigadores del González Martí también han descifrado la inscripción en arábigo de la puerta principal, donde puede leerse: «En el nombre de Dios, clemente y misericordioso». Una frase que encabeza el libro de Al-Fatiha.

La gran olvidada del plan nacional

La Ceramo fue fundada en 1885 por el artesano Josep Ros para enseñar la fabricación de piezas cerámicas utilizando técnicas artesanales que habían quedado en desuso como la cerámica de reflejos dorados o loza dorada, según una investigación de la Universitat de Valencia. La Ceramo funcionó durante todo el final del siglo XIX y principios del XX, llegando a producir piezas que decorarían edificios como la Estación del Norte o el Mercado Central entre otros. Al no estar incluido en el Plan Nacional de Patrimonio Industrial su ruina ha sido progesiva.