La exposición al ruido de las campanas no afecta a la pérdida de audición, al menos en los dieciocho campaneros del Micalet que se han sometido a una exploración realizada por La Fe. El departamento de Otorrinolaringología del hospital ha realizado una exploración audiológica y vestibular a 18 campaneros „ diecisiete hombres y una mujer„, de la Catedral, con edades entre los 17 y los 66 años. La investigación concluye que los campaneros, «de manera sorprendente», «no pesentan una pérdida de audición en frecuencias convencionales mayor de la esperable para su edad». En plena polémica por la prohibición municipal de tocar las campanas en varias iglesias de Valencia, tras varias denuncias por contaminación acústica, el trabajo médico determina que la exposición al ruido de los campaneros „ más expuestos„, no provoca una afectación diferente con diferencias respecto a la población general.

El estudio, dirigido por el doctor Herminio Pérez Garrigues, responsable de la secciónde Otoneurología de la Fe, y profesor asociado de la facultad de Medicina de Valencia, recoge que los campaneros de la Catedral «realizan aproximadamente unos 300 toques de campana al año, con una duración media de 3oo minutos por toque, alcanzado los 120 decibelios». Hasta medio siglo de exposición acumulan los campaneros más veteranos, con una distancia de entre 15 y 1oo centímetros de la campana que tañen durante el desempeño de su trabajo. Esa proximidad queda comprobado que no afecta a la audición de los campaneros, como tampoco las características arquitectónicas del campanario, «con muros gruesos de piedra y ventanas parcialmente cerradas por puertas de madera» que convierten el espacio en «una caja de resonancia».

Los especialistas destacan el efecto de reverberación por la energía rebotada en paredes, suelo y techo, de piedra que es muy poco absorbente. Pese a todos estos factores, llegan a la conclusión de que la pérdida de audición prácticamente «no supera el umbral establecido para considerarse una hipoacusia inducida por ruido». En el desarrollo de la hipoacusia inducida por ruido intervienen tanto las características del sonido „ intensidad, frecuencia o tiempo de exposición„, como las características del propio individuo „ suspceptibilidad individual, edad, condiciones de trabajo o antecedentes„. El estudio, además, incide en que aunque la hipoacusia inducida por ruido se interpreta «como un sonido desagradable por su intensidad y frecuencia, los sonidos armónicos y regulares también pueden ser especialmente intensos e inducir lesión».