Oficialmente la contaminación atmosférica ya es un problema en València. Los ecologistas denuncian que la preocupación existía desde hace años, pero nunca hasta esta semana el Ayuntamiento de València había tomado medidas para alertar a la población del peligro de polución. Lo ha hecho tras activar por primera vez en la historia el protocolo de calidad del aire, que aprobó el pasado verano. Un paso importante y valiente del actual equipo de gobierno para reconocer un problema que se irá agravando conforme avancen los perversos efectos del cambio climático.

Sin embargo, este reconocimiento 'oficial' de que en València ya se dan episodios preocupantes de contaminación (ha alcanzado el máximo nivel de alerta previsto) ha llegado con matices. El ayuntamiento sostiene que la quema de la paja del arroz es la principal causante de la alta contaminación por partículas en suspensión PM10, y que la estación de medición de la Pista de Silla se ve afectada además por las obras del Parque Central. Es decir, que a diferencia de otras grandes ciudades como Madrid o Barcelona, el tráfico no es la causa determinante de la polución en el "cap i casal". Desde la concejalía de Medio Ambiente argumentan que si fuera por este hecho, estaría disparado el índice de dióxido de nitrógeno, que se mantiene en niveles relativamente moderados.

La teoría de la contaminación del ayuntamiento fue rápidamente rebatida por la Unió de Llauradors, en representación de los arroceros de l'Albufera. Desde el viernes 17 de noviembre no queman paja, por lo que aseguran que difícilmente las partículas contaminantes que provoca su combustión han podido quedarse una semana instaladas en la ciudad de València e ir en aumento.

El tiempo y el cambio climático

Lo cierto es que la contaminación se disparó el día 17 de noviembre, dos días antes del maratón de València, por la quema de la paja del arroz, pero tras caer la cantidad de partículas PM10 en el aire, conforme avanzó la semana fueron en aumento hasta superar en dos estaciones los 80 microgramos por metro cúbico (30 más del nivel máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud).

Uno de los factores para este aumento de partículas ha sido la situación de estabilidad atmosférica y anticiclónica. Sin lluvias, con una sequía acuciante y sin viento, la contaminación se estanca y va en aumento. "El aumento de episodios graves como los que estamos constatando es consecuencia del cambio climático, que está favoreciendo en la península ibérica los anticiclones y la estabilidad atmosférica en grandes periodos. Por lo tanto vamos a sufrir con más frecuencia estos episodios graves de contaminación", alerta Luis Cerrillo, portavoz de Ecologistes en Acció.

Así pues, todos los expertos denuncian que el cambio climático ya está aquí, sus efectos ya provocan situaciones extremas y los gobiernos (y los ciudadanos) no pueden aplazar más las medidas para combatirlo.

El debate del tráfico

El debate en València se ha situado esta semana en si el tráfico estaba siendo determinando o no para este aumento de contaminación. Los ecologistas lo tiene claro: un sí sin ambages (consultar entrevista relacionada).

Los expertos también ven una relación directa. José Manuel Felisi, ingeniero químico y miembro de Mesura, organización que mide y diagnostica la calidad ambiental, explica que los vehículos no solo son emisores de partículas contaminantes "sino que provocan el fenómeno de la resuspensión, es decir, actúan como cuando barres, que mueves el polvo de una parte a otra". Así pues, el tráfico rodado remueve estas partículas y las vuelve a situar en suspensión.

"Las partículas en suspensión que lanzan los vehículos provienen de la combustión de los motores, de las frenadas, de los neumáticos y de la resuspensión", añade Felisi, que lleva meses evaluando la calidad del aire de la ciudad.

Pese a que parece clara la relación directa entre el tráfico y los episodios de contaminación reintentes, el Ayuntamiento de València evitó aplicar las medidas contempladas en el protocolo que restringían el aparcamiento en el estacionamiento regulado del ORA y, en el nivel máximo decretado el viernes, restricciones del tránsito. La razón, consideran que la circulación de vehículos no es responsable.

Así, la aplicación del protocolo por primera vez en la historia de la ciudad se hizo de manera incompleta. No han querido reconocer de forma explícita que el tráfico ha contribuido a la contaminación, a pesar de que es una idea muy arraigada en el ideario de los tres partidos que forman parte del gobierno. Quizá por el temor a que se relacionen estos episodios con un aumento de los atascos, algo que otras «ciudades del cambio» sí han asumido.

El problema de las estaciones

La activación del nuevo protocolo anticontaminación ha dejado al descubierto un viejo problema de la ciudad, el de la situación de sus estaciones de medición. Luis Cerrillo, de Ecologistes en Acció, describe lo que pasó en hace más de una década. "En 2001 había 16 estaciones de medición repartidas por toda la ciudad de València, y es la administración anterior del Partido Popular cuando en 2005 hace desaparecer 10 estaciones de medición que estaban en puntos donde se producía la contaminación, es decir, en cruces donde verdaderamente había tráfico", relata.

Según la organización para la defensa del medio ambiente las seis restantes que quedaron "se trasladaron desde el centro a la periferia de la ciudad, donde vive menos población y donde hay menos tráfico". "Por tanto era una negación de la contaminación que se producía y una ocultación de los valores que demostraban que hay polución", sostiene Cerrillo.

Para Ecologistes en Acció "un objetivo prioritario" para e actual equipo de gobierno "sería ampliar el número de estaciones de medición y situarlas realmente donde se produce la contaminación". Por ello, la organización verde reclama mayores esfuerzos municipales "para sensibilizar a la población de los problemas a los que nos enfrentamos con la alta contaminación".