El precio de los alquileres residenciales en el distrito de Poblats Marítims, y según el portal Habitaclia el arrendamiento medio del metro cuadrado se sitúa ya en 10,16 euros, una de las cifras más altas de todo el «cap i casal».

Es decir, que un piso de unos cien metros superaría ampliamente los 1.000 euros al mes. La «fiebre» por vivir en el frente marítimo del Grau, el Cabanyal-Canyamelar o la Malva-rosa está detrás de esta espectacular subida.

El segundo con mayor aumento de la ciudad se ha producido en Quatre Carreres con una subida de los precios de los alquileres del 18,4 %, que se podría achacar al interés por residir en la exclusiva zona de la Ciutat de les Arts i les Ciències. El precio medio se sitúa en 8,84 euros el metro cuadrado, según Habitaclia.

La zona más exclusiva de la ciudad sigue siendo l'Eixample ya que todos los estudios señalan a este distrito como uno de los más caros para vivir. El alquiler ronda los 10,93 euros el metro cuadrado y ha aumentado un 11 % de enero a mayo. En Ciutat Vella los precios medios han sufrido un crecimiento moderado de un dos por ciento, pero el alquiler es muy alto, en torno a los 10,38 euros.

Todas las estadísticas confirman un aumento significativo del precio del alquiler de vivienda para uso residencial. Las grandes ciudades son víctimas de una burbuja que está derivando, según la zona, en dos efectos perversos: por una parte el problema de acceso a la vivienda para familias con menos recursos o jóvenes; y la expulsión de vecinos en aquellas zonas con atractivo turístico.

Según Faustino Villora, portavoz de Salvem El Cabanyal, el barrio marítimo es víctima de la primera tendencia. «El problema lo tienen los jóvenes que con esos precios no pueden quedarse a vivir en El Cabanyal. Y también aquellos que se marcharon hace unos años por la grave degradación y ahora tratan de volver. Se dan cuenta que está muy complicado», lamenta.

Problema general

Para Villora lo que está pasando en El Cabanyal no es un problema concreto del barrio, sino que es extrapolable a todo el Estado: «Estamos viendo como el alquiler se está disparando en gran parte del país y el Gobierno ha de hacer algo, bien modificando la ley de arrendamientos residenciales, o promoviendo alquileres sociales».

Para el Ayuntamiento de València también hay reproches. «Tienen un parque de 400 viviendas públicas y hasta ahora solo hemos visto rehabilitadas cuatro. El ayuntamiento tiene en su mano intervenir en el mercado inmobiliario proponiendo arrendamientos sociales, pero después de tres años, no avanza», lamenta Villora. El portavoz de Salvem no ve problemas de expulsión de vecinos y recuerda que en la zona cero «está todo por hacer».

El otro gran problema de la subida del precio de los alquileres se escenifica en Ciutat Vella. Lluís Benlloch, miembro de Escoltem Velluters -que forma parte de la plataforma «Veïnat en perill d'extinció»-, denuncia que el incremento de los arrendamientos «se está descontrolando».

«El precio ya sabemos que es alto, pero es que además los propietarios están sometiendo a gran presión a los inquilinos que han de renovar sus contratos, con subidas del 30 y el 40 por ciento. Es una expulsión en toda regla, porque aspiran quitar esos pisos del uso residencial y dárselo al turístico», detalla. Benlloch asegura que la consecuencia de este aumento descontrolado de la vivienda para uso turístico, «no hay oferta para los vecinos». «Conseguir un piso es muy difícil y los que hay se alquilan en pocos días. Ciutat Vella ya tenía precios altos, pero en Velluters estamos viendo una escalada muy preocupante».