La brisa del Mediterráneo sopla tímida tras un día de calor sofocante. Los bañistas, recien salidos del agua, comienzan a agolparse entre una fila de banderas distribuidas a lo largo de 700 metros. En el suelo, unas franjas marcan unas calles como si de atletismo se tratara. Sin embargo, no son personas las que correrán esta tarde en la playa de Pinedo, sino caballerías que como año desde hace casi 200 realizarán las tradicionales «Corregudes de Joies».

Este evento -que en esta edición se ha celebrado del 30 de julio al 1 de agosto y que ha contado con la colaboración junto a la Asociación de Corregudes de Joies, del Ayuntamiento de València y del municipio de Pinedo- rememora como si de un viaje al pasado se tratara las carreras que en algunos municipios colindantes a València se realizaban por las carreteras de tierra, acompañadas también por el sonido de la dolçaina y el tabalet, que no dejan de sonar mientras se espera al inicio de la prueba.

El público, expectante, mira ansioso a los caballos y a sus jinetes y amazonas antes de que comience la competición, deseando capturar el mejor momento con sus móviles y cámaras. Pero no es hasta que comienzan las primeras galopadas cuando los participantes venidos desde diferentes partes del área metropolitana de València dan el mejor esfuerzo para conseguir el premio, los pañuelos que los acreditan como ganadores de esta tradición centenaria.

El disfrute de los más jóvenes -y los que no lo son tanto- con el paso de las carreras no tarda en notarse. Todos quieren ver de cerca a los animales que pasan veloces por delante de ellos. En esta ocasión son una decena de animales los que participan en el evento con sus jinetes y amazonas, siempre en carreras por parejas. El más joven de ellos, Marco Antonio, solo tiene 14 años, un dato que nadie nota cuando se sube a su ejemplar.

Las carreras se suceden y el speaker anima al público presente para que aplauda a los participantes. Uno de estos visitantes que se ha acercado hasta la playa es Antonio Miguel, que a sus 56 años tiene en estas «Corregudes» una tradición a la que asiste desde que era pequeño. Para él, experimentar cada año este evento es una gran «alegría» y no duda en animar a todo aquel que pase por la zona «a que venga, porque lo que sientes al ver estas carreras es único».

Para otras personas como Ana, que ha venido por primera vez con sus hijos tras pasar el día en la playa, esta fiesta tradicional es «muy bonita», más cuando «es una cosa que puedes hacer en familia después de haberte bañado durante el día». Pese a ser su primera vez, no descarta repetir, ya que «no sabía que se hacían, pero me gusta verlas», destaca sonriendo.

Estos visitantes son los que año a año llenas los márgenes de la pista. Por ello y aprovechando la presencia de algunos concejales valencianos, desde la organización se ha pedido el reconocimiento de esta fiesta como «Bien de Interés Cultural» para esta tradición centenaria que une a los valencianos con sus raices y que da, como cada año, el pistoletazo de salida a la «Festa Grossa» que comienza nada más caiga el sol. Este año, como ya sucedió en 2017, no hay vencedores ni vencidos, sino participantes que han corrido por las «joies» más famosas de Pinedo.