iriam Portero no se aburre. «Soy profesora. Trabajo en el colegio Engeba. Estoy en primero, a esos alumnos los acompañó a segundo curso al año siguiente, luego los dejo y vuelvo a primero... también soy profesora de inglés y estudio filología hispánica a distancia. Estoy muy contenta en el colegio en el que trabajo. Y estoy muy contenta con el trabajo que tengo. Lo he llevado desde siempre». Sigue la estela de su padre. «Cuando era pequeña me preguntaba que haría si yo fuera ese profesor que me decía esto o que me reñía... sabia que iba a serlo. Lo tenía muy claro». Y con ella, la plaza de la Cruz buscará un puesto en la corte de honor que no tiene desde antes de que ella naciera. Las dos anteriores, Isabel Quevedo y Laura Estévez, llegaron de carrerilla en 1990 y 1991. Y desde entonces. «Mi padres no son falleros. Empecé en Blocs Platja a los tres años porque mi abuela materna vivía en los bloques. Me apunté porque era la falla que había al lado. Luego me cambié por los amiguitos. Llevo en la plaza de la Cruz desde los diez. Mi amiga del colegio iba a ser la fallera mayor infantil, me invitó a una comida y me dije que quería estar allí».

No le dio tiempo a ser fallera mayor infantil. Una más en el grupo de 73 que no ha podido ser. «Ahora he sido fallera mayor porque quería y porque podía. Mis padres me dijeron: «lo has pedido tanto, hija, que te lo mereces». Y aunque vive ya independiente «necesitaba el apoyo de ellos». Tanto, que su madre, no siendo fallera «no veas las manos que tiene para peinarme y maquillarme». Cosas de ser hija de Mireille Alonso, al otro lado de la calle Serrería. Alonso muy español pero su madre «es francesa». Abuela valenciana y abuelo vasco «en la posguerra se conocieron en Nimes. Luego ya vinieron aquí cuando ella tenía 13 años. Mi padre es del Cabanyal «de toda la vida». Habla de su vida ya independiente, pero aún mejor. «Vivo en la calle de la Reina. No, no en un piso. En una casa antigua, de las de dos pisos. Tengo una terraza sola para mí. Tengo una suerte que no te puedes ni imaginar. Toda la vida del barrio pasa por allí y tiene mucha, mucha». «Este año no he sido nada en la falla por ser fallera mayor. Estaba en la delegación de festejos, pero poco. El año anterior sí que fue delegada de festejos de la falla. Me meto en todos los «fregados».

Habla fácil y rápido, con energía. «De niña competía en un club de natación, en el Diverswim» y es capaz de solucionar problemas cuando las cosas se tuercen en Fallas. «Tendría diecinueve años. No sé que pasó con los zapatos que, hiciera lo que hiciera, se me llenaban los pies de ampollas. ¿Cómo no iba a ir a la recogida del premio cuando la fallera mayor era muy amiga mía? Me quitaron los cordones de las Converse e hice el desfile con zapatillas. Claro que sí. Guardo fotos de aquello. No. no se veía nada». Ahora, quizá, le esperan unos zapatos de Criselen.