La actual directiva del Real Club Náutico de València que preside desde marzo el notario Alejandro Fliquete podría tener los días contados si prospera la moción de censura que presentará un grupo de socios críticos con la gestión del nuevo equipo que presenta como candidato al empresario Julián Vico, predecesor de Fliquete en el cargo.

Así lo confirmó a este diario Julián Vico que ya cuenta con el apoyo de más de un centenar de socios. Para prosperar, la moción de censura necesita el apoyo de tres quintas partes de los socios en la asamblea.

Julián Vico asegura que la gestión de Fliquete ha generado malestar entre los socios y algunas de las empresas concesionarias del club, que amenazan con demandar a la entidad. «No están cumpliendo con lo prometido a los socios», destacó el ex presidente del club, quien aseguró que la directiva ha anulado contratos de obras sin justificación.

El RCNV ha pasado unos años turbulentos por una deuda de más de un millón de euros y la sangría de socios. Vico asegura que en marzo dejó las cuentas saneadas, con un superávit de 500.000 euros.

La adjudicación a un grupo de inversiones mallorquines, que gestionan puertos deportivos en Formentera, Calvià y Barcelona, de la concesión de la ampliación del Club Náutico supuso a principios de este año una nueva entrada de ingresos para el club. Sin embargo, las desavenencias de los nuevos gestores con Valencia Mar, la empresa que gestiona la ampliación, podrían acabar en los tribunales.

Como publicó este diario, los nuevos responsables de la ampliación del Club Náutico han dado un giro al negocio, reconvirtiendo los 136 amarres para megayates que se construyeron en 2007, al socaire de la Copa del América y de los grandes eventos, en 220 amarres para barcos más pequeños, susceptibles de ampliarse hasta 500 en poco tiempo.

La ampliación del Club Náutico fue un proyecto impulsado por Cyes, la constructora valenciana de la familia Almenar, en el que invirtió 88 millones de euros. La nueva marina entró en concurso de acreedores hace unos años y tras una primera adjudicación fallida el espacio acabó en manos de un grupo de inversores mallorquín por un millón de euros.

Los inversores mallorquines aseguran que la directiva del club impide la prestación de los servicios que incluye el contrato de la concesión, como el desarrollo de actividades deportivas.

El club, cuyos responsables actuales no han querido hacer declaraciones a este diario, niega a los gestores de la ampliación la posibilidad de tener un acceso propio para sus clientes. Valencia Mar también espera luz verde para llevar a cabo las obras de remodelación tras años de abandono.