A las primeras de cambio, en los primeros minutos del partido, Vox ya ha anunciado que «exigiremos su dimisión», refiriéndose su líder, José Gosálbez, a Joan Ribó. Apela a la máxima de no sostener a imputados (más allá de que Compromís se refirieran a temas de corrupción) y, por consiguiente, reclamándole «cumplir con la palabra dada, esa que hoy, aquí, vale cero». Hubo para todos, porque aseguraba decir que ese nuevo pleno «está plagado de más de lo mismo, todos o prácticamente todos los partidos salpicados, acusados, de corrupción, enchufados, amiguetes, cholleros, amigos de amigos y veremos cuantas cosas más». Aviso para navegantes de que «nos van a tener cerca, muy, muy cerquita, pisándoles los talones. Vamos a trabajar con quien quiera sumar, no restar, medrar ni mangonear» y celebraban su presencia ya para que «nadie distorsione nuestro mensaje».

También apeló al valenciano (deletreado por sílabas) «que no catalán», aunque su discurso fue en castellano.