El mirador de la Gola del Pujol se ha convertido en un verdadero peligro para el tráfico, los viandantes y los ciclistas. A la congestión habitual de la carretera CV-500, se une ahora el atractivo que despierta en los turistas el atardecer en la Albufera, una bella imagen que atrae cada tarde a decenas de personas cuyos vehículos terminan desbordando el pequeño aparcamiento que hay en la gola e inundando los arcenes de la carretera.

En los últimos años la Generalitat ha tomado medidas de pacificación del tráfico en esta carretera, muy discutidas por cierto, y junto al Ayuntamiento de València ha reordenado la circulación en la Gola del Pujol, donde se ha habilitado un pequeño aparcamiento para coches y se ha señalado un espacio para que paren los autobuses.

Pero todo ello es insuficiente en verano. Los bellos atardeceres de la Albufera atraen cada vez a más público y hay días en los que el aparcamiento se ve desbordado, lo que obliga a los visitantes a dejar el coche en doble fila o utilizar los arcenes de la calzada para dejar el vehículo.

Eso hace que la carretera se estreche y se pierdan los arcenes, dificultando así el paso de autobuses y poniendo en peligro a viandantes y ciclistas, que tienen que ocupar literalmente la calzada para poder transitar.